Considerando en frío, imparcialmente, de César Vallejo | Poema

    Poema en español
    Considerando en frío, imparcialmente

    Considerando en frío, imparcialmente, 
    que el hombre es triste, tose y, sin embargo, 
    se complace en su pecho colorado; 
    que lo único que hace es componerse 
    de días; 
    que es lóbrego mamífero y se peina... 

    Considerando 
    que el hombre procede suavemente del trabajo 
    y repercute jefe, suena subordinado; 
    que el diagrama del tiempo 
    es constante diorama en sus medallas 
    y, a medio abrir, sus ojos estudiaron, 
    desde lejanos tiempos, 
    su fórmula famélica de masa... 

    Comprendiendo sin esfuerzo 
    que el hombre se queda, a veces, pensando, 
    como queriendo llorar, 
    y, sujeto a tenderse como objeto, 
    se hace buen carpintero, suda, mata 
    y luego canta, almuerza, se abotona... 

    Considerando también 
    que el hombre es en verdad un animal 
    y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza... 

    Examinando, en fin, 
    sus encontradas piezas, su retrete, 
    su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo... 

    Comprendiendo 
    que él sabe que le quiero, 
    que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente... 

    Considerando sus documentos generales 
    y mirando con lentes aquel certificado 
    que prueba que nació muy pequeñito... 

    le hago una seña, 
    viene, 
    y le doy un abrazo, emocionado. 
    ¡Qué más da! Emocionado... Emocionado...

    César Vallejo, uno de los poetas hispanoamericanos más destacables del siglo XX, nació en Santiago de Chuco, Perú, en 1892. Estudió medicina, filosofía, derecho y ejerció el magisterio. Constantes en la obra de Vallejo son la solidaridad con el sufrimiento humano, su rebeldía contra la sociedad, la fe en la utopía revolucionaria y la muerte. En 1918 publicó Los heraldos negros, su primer libro de poemas, de influencia modernista. Fue encarcelado en 1920 al ser acusado injustamente de robo e incendio durante una revuelta. En ese tiempo escribió algunos de los poemas que formarían su segundo libro, Trilce. En 1923 se trasladó a Europa. Estuvo en París, en donde conoció a Gris, a Huidobro, fundó la revista Favorables París Poema y terminaría siendo expulsado por razones políticas. En Moscú conoció a Maiakovski. En 1931 se trasladó a España, se afilió al Partido Comunista y publicó Rusia en 1931. Reflexiones al pie del Kremlin y su novela social Tungsteno. Al año siguiente regresó a París, en donde vivió de forma clandestina. Cuando estalló la Guerra Civil española, recogió fondos para la causa republicana y viajó a Madrid y Barcelona para participar en distintos congresos de escritores. Murió en París en 1938. Un año después se publicó su poema más político, España, aparta de mí este cáliz, y una recopilación de su obra poética con el título de Poemas humanos.