Escena en un mar, de Concha García | Poema

    Poema en español
    Escena en un mar

    Todo lo que dice bordea el asunto. 
    Habla de tierra rara, de un hotel, 
    de varios obstáculos. Una mirada 
    complaciente casi le abraza. Llega 
    de un remoto trazo de letra. A cualquiera 
    no le escriben. Tengo miedo 
    de abrir los regalos, los dejo a la sombra 
    del mueble. Si hubiese en ellos 
    esa señal acabaría tirándome por la ventana. 
    Es mucho mejor que las habitaciones 
    de ese hotel... y después, fíjate, 
    resulta un desencanto el envoltorio. 
    Quiere lo que esconde la arena 
    ese vaivén que sólo el viento 
    es capaz de insinuar con su fuerza. 
    Me dice: Transcurren los días encerrada 
    todavía no he acabado la novela 
    me cuesta dejar la casa que no tuve 
    sueño con habitaciones sin puertas 
    hoy ha llovido. Me duele la cabeza. 
    A veces me eclipsa el tarot y me decido. 
    Aquel viejo ajuste de cuentas me preocupa 
    en sus melodías borrosas. Ya no es 
    la que era. ¿Quién es la que era? 
    Un trío de jóvenes afina la garganta 
    van a cantar y el ruido es espantoso. 
    Habla a borbotones y cae de su cabeza 
    un péndulo justiciero, una cana 
    que ha dejado henchido su corazón. 
    Mis planes están lejos 
    nadie ha oído nunca lo que dije. 
    Cuando llega la serpiente yo me enrosco 
    y construyo el hotel con soledades. 
    ¿Quién lo habita? le pregunto. 
    Un camarero sesentón lee la prensa 
    tiene espalda de camionero y ojos 
    de haber visto pocas cosas. No nos mira. 
    Por fortuna todavía me queda tiempo 
    lo sueño en los libros. Estará 
    lleno de poetas. ¿Poetas? 
    Tu hombre antiguo está reproducido 
    en la caída de tu labio. Predices 
    un porvenir que sólo es concedido a los extraños. 
    ¿Y por qué poetas? Porque están solos 
    y desayunaremos juntos. ¡Ah, cuánto 
    he amado! Qué hipócrita confesión 
    y qué sincera. Veo tu fingir estar despierta, 
    una voz que corre por la terraza 
    de una casa que tuve. Una barriga 
    indispuesta. Un ¿quién lo ha hecho? 
    ¿A estas horas cómo pude haberlo hecho? 
    Pero qué hiciste. Sumisas decisiones 
    en el fondo. Y me repite: Todavía 
    soy hermosa, me dijo el ginecólogo 
    que se puede hasta los cuarenta y cinco. 
    Mis madrugadas son terribles 
    pongo música y recuerdo canciones 
    no te puedes imaginar lo que me pesa 
    el estribillo de las de cuna. 
    Todavía no hemos muerto. Otra cerveza. 
    Durante media hora se callan los músicos. 
    Me voy hacia atrás con ella, 
    nos percatamos de una vieja deuda 
    porque nos hemos equivocado de vaso. 
    Te quise tanto. ¿A mí? ¿A mí me quisiste? 
    ¿Qué hora es? Tu deseo es confuso. 
    Fíjate, es una tierra sola que da al mar 
    llena de poetas desayunando conmigo. 
    Yo sé que tu ex amante desapareció entonces, 
    quería la gloria y se hizo famoso e inaccesible. 
    ¿Cómo puedes reprochármelo? 
    Los misterios insondables no existen 
    si no se adora un cuerpo. Esta escena 
    de pasión me parece muy sórdida. 
    Es una tierra llena de rabia. Yo salgo 
    de una ventana y contemplo un mar 
    desgajado del paisaje. 
    Anula las huellas y pone pisadas. 
    Estamos rodeadas de ropa tendida 
    bamboleándose. Crecen arbustos 
    y se encaraman en una mesa plegable. 
    Veo restos de un desayuno entre varios, 
    la imaginación de los que estuvieron 
    ha formado una nube de pensamientos 
    que se deshace, como un recuerdo helado 
    sobre el cubo de fregar. 
    El agua estancada formula paradojas. 
    Tú tiras su contenido a la tierra, 
    la tierra llena de rabia desgaja los poemas 
    se traga los silencios, las muecas y los gestos 
    de los que aquí estuvieron. 

    • Días en los que vivir parece una tabla 
      que apuntala una ciudad, y luego 
      querer tomar café. Qué clase de correcta 
      inarmonía duele al desechar los azucarillos. 
      Un mundo en los dedos y un mundo 
      más hondo y desgajado que no late 

    • Todo lo que dice bordea el asunto. 
      Habla de tierra rara, de un hotel, 
      de varios obstáculos. Una mirada 
      complaciente casi le abraza. Llega 
      de un remoto trazo de letra. A cualquiera 
      no le escriben. Tengo miedo 
      de abrir los regalos, los dejo a la sombra 

    banner cuadrado de Audible
    banner horizontal de Audible