Se desprendió mi sangre para formar tu cuerpo. Se repartió mi alma para formar tu alma. Y fueron nueve lunas y fue toda una angustia de días sin reposo y noches desveladas.
Y fue en la hora de verte que te perdí sin verte. ¿De qué color tus ojos, tu cabello, tu sombra? Mi corazón que es cuna que en secreto te guarda, porque sabe que fuiste y te llevó en la vida, te seguirá meciendo hasta el fin de mis horas.
Se desprendió mi sangre para formar tu cuerpo. Se repartió mi alma para formar tu alma. Y fueron nueve lunas y fue toda una angustia de días sin reposo y noches desveladas.
Me gusta andar de noche las ciudades desiertas, cuando los propios pasos se oyen en el silencio. Sentirse andar, a solas, por entre lo dormido, es sentir que se pasa por entre un mundo inmenso.
No es aire lo que respiro, que es hielo que me está helando la sangre de mis sentidos. Tierra que piso se me abre. Cuanto miro se oscurece. Mis ojos se abren al llanto ya cuando el día amanece.