Y la muerte no tendrá dominio. Los hombres desnudos han de ser uno solo con el hombre en el viento y la luna poniente; cuando sus huesos queden limpios y los limpios huesos se dispersen, ellos tendrán estrellas en el codo y en el pie; aunque se vuelvan locos serán cuerdos, aunque se hundan en el mar de nuevo surgirán, aunque se pierdan los amantes, no se perderá el amor; y la muerte no tendrá dominio.
Y la muerte no tendrá dominio. Los que hace tiempo yacen bajo los dédalos del mar no han de morir entre los vientos, retorcidos de angustia cuando los nervios cedan, atados a una rueda no serán destrozados; la fe, en sus manos, ha de partirse en dos, y habrán de traspasarles los males unicornes; rotos todos los cabos, ellos no estallarán. Y la muerte no tendrá dominio.
Y la muerte no tendrá dominio. Y las gaviotas no gritarán en los oídos ni romperán las olas sonoras en las playas; donde alentó una flor, otra flor tal vez nunca levante su cabeza a los embates de la lluvia; y aunque ellos estén locos y totalmente muertos sus cabezas martillearán en las margaritas; irrumpirán al sol hasta que el sol sucumba, y la muerte no tendrá dominio.
La fuerza que por el verde tallo impulsa a la flor impulsa mis verdes años; la que marchita la raíz del árbol es la que me destruye. Y yo estoy mudo para decirle a la encorvada rosa que la misma fiebre invernal dobla mi juventud.
La losa decía a fecha de su muerte. Me detuve a la vista de sus dos apellidos. Una virgen casada reposaba. Se casó en este sitio invadido de lluvias que descubrí un buen día por azar, antes que en el regazo de mi madre oyera
Cuando de pronto los cerrojos del crepúsculo ya no encerraron el largo gusano de mi dedo ni maldijeron al mar enroscado en mi puño, la boca del tiempo sorbió como una esponja el ácido lechoso en cada gozne y se tragó los líquidos del pecho hasta secarlo.
Antes que llamara y la carne me abriese, que mis líquidas manos golpearan en el vientre, yo, que era entonces informe como el agua que formaba el Jordán junto a mi casa era hermano de la hija de Mnetha y hermana del gusano que gestaba la vida.