De los suspiros algo nace que no es la pena, porque la he abatido antes de la agonía; el espíritu crece olvida y llora: algo nace, se prueba y sabe bueno, todo no podía ser desilusión: tiene que haber, Dios sea loado, una certeza, si no de bien amar, al menos de no amar, y esto es verdadero luego de la derrota permanente.
Después de esa lucha que los más débiles conocen. hay algo más que muerte; olvida los grandes sufrimientos o seca las heridas, él sufrirá por mucho tiempo porque no se arrepiente de abandonar una mujer que espera por su soldado sucio con saliva de palabras que derraman una sangre tan ácida.
Si eso bastase, bastaría para calmar el sufrimiento, arrepentirse cuando se ha consumido el gozo que en el sol me hizo feliz, qué feliz fui mientras duró el gozar, si bastara la vaguedad y las mentiras dulces fueran suficiente, las frases huecas podrían soportar todo el sufrimiento y curarme de males.
Si eso bastase: hueso, sangre y nervio, la mente retorcida, el lomo claramente formado, que busca a tientas la sustancia bajo el plato del perro, el hombre debería curarse de su mal. Pues todo lo que existe para dar yo lo ofrezco: unas migas, un granero y un cabestro.
En mi oficio o mi arte sombrío ejercido en la noche silenciosa cuando sólo la luna se enfurece y los amantes yacen en el lecho con todas sus tristezas en los brazos, junto a la luz que canta yo trabajo no por ambición ni por el pan
La losa decía a fecha de su muerte. Me detuve a la vista de sus dos apellidos. Una virgen casada reposaba. Se casó en este sitio invadido de lluvias que descubrí un buen día por azar, antes que en el regazo de mi madre oyera
Cuando de pronto los cerrojos del crepúsculo ya no encerraron el largo gusano de mi dedo ni maldijeron al mar enroscado en mi puño, la boca del tiempo sorbió como una esponja el ácido lechoso en cada gozne y se tragó los líquidos del pecho hasta secarlo.
Antes que llamara y la carne me abriese, que mis líquidas manos golpearan en el vientre, yo, que era entonces informe como el agua que formaba el Jordán junto a mi casa era hermano de la hija de Mnetha y hermana del gusano que gestaba la vida.