Tu alma, en la tumba de piedra gris estará a solas con sus tristes pensamientos.
Ningún ser humano te espiará a la hora de tu secreto.
¡Permanece callado en esa soledad!
No estás completamente abandonado: los espíritus de la muerte, en la vida, te buscan y, en la muerte, te rodean.
Te cubrirán de sombras: ¡Permanece callado! La noche, tan clara, se oscurecerá y las estrellas no mirarán la tierra, desde sus altísimos tronos en el cielo, con su luz de esperanza para los mortales.
Pero sus globos rojos apagados, en tu hastío, tendrán la forma de un incendio y de un fiebre que te poseerán para siempre.
De tu espíritu no podrás desechar las visiones, que ahora no serán rocío sobre la hierba.
La brisa – el aliento de Dios – es silenciosa, y la niebla sobre la colina, oscura, muy oscura, pero inmaculada, es un símbolo y una señal.
¡Como se extiende sobre los árboles el misterio de los misterios.
De todos cuantos anhelan tu presencia como una mañana, de todos cuantos padecen tu ausencia como una noche, como el destierro inapelable del sol sagrado allende el firmamento; de todos los dolientes que a cada instante
¡Ved!; es noche de gala en estos últimos años solitarios. Una multitud de ángeles alados, adornados con velos y anegados en lágrimas, se halla reunida en un teatro para contemplar un drama de esperanzas y de temores mientras