Ahora tengo sed y mi amante es el agua. Vengo de lo lejano, de unos ojos oscuros. Ahora soy del hondo reino de los dormidos; allí me reconozco, me encuentro con mi alma.
La noche a picotazos roe mi corazón, y me bebe la sangre el sol de los dormidos; ando muerto de sed y toco una campana para llamar el agua delgada que me ama.
Yo soy el olvidado. Quiero un ramo de agua; quiero una fresca orilla de arena enternecida, y esperar una flor, de nombre margarita, para callar con ella apoyada en el pecho.
Nadie podrá quitarme un beso, una mirada. Ni aún la muerte podrá borrar este perfume. Voy cubierto de sueños, y esta fosforescencia que veis es el recuerdo del mar de los dormidos.
Una mujer mordía una manzana. Volaba el tiempo sobre los tejados. La primavera con sus largas piernas, huía riendo como una muchacha. Bajo sus pies nacía el agua pura. Un sol, secreto sol, la maduraba
Ahora tengo sed y mi amante es el agua. Vengo de lo lejano, de unos ojos oscuros. Ahora soy del hondo reino de los dormidos; allí me reconozco, me encuentro con mi alma.