Ven, camina conmigo, sólo tú has bendecido alma inmortal. Solíamos amar la noche invernal, Vagar por la nieve sin testigos. ¿Volveremos a esos viejos placeres? Las nubes oscuras se precipitan ensombreciendo las montañas igual que hace muchos años, hasta morir sobre el salvaje horizonte en gigantescos bloques apilados; mientras la luz de la luna se apresura como una sonrisa furtiva, nocturna.
Ven, camina conmigo; no hace mucho existíamos pero la Muerte ha robado nuestra compañía -Como el amanecer se roba el rocío-. Una a una llevó las gotas al vacío hasta que sólo quedaron dos; pero aún destellan mis sentimientos pues en ti permanecen fijos.
No reclames mi presencia, ¿puede el amor humano ser tan verdadero? ¿puede la flor de la amistad morir primero y revivir luego de muchos años? No, aunque con lágrimas sean bañados, Los túmulos cubren su tallo, La savia vital se ha desvanecido y el verde ya no volverá. Más seguro que el horror final, inevitable como las estancias subterráneas donde habitan los muertos y sus razones, El tiempo, implacable, separa todos los corazones.
Ven, camina conmigo, sólo tú has bendecido alma inmortal. Solíamos amar la noche invernal, Vagar por la nieve sin testigos. ¿Volveremos a esos viejos placeres? Las nubes oscuras se precipitan ensombreciendo las montañas igual que hace muchos años,
No es de cobarde mi alma, no tiembla en la esfera tormentosa del mundo: Veo las glorias del cielo brillar y la fe brilla igual, armándome contra el miedo.
¡Muerte! Que golpeó cuando más confiaba, en mi fe certera para ser otra vez golpeada; el insensible Tiempo ha marchitado la rama, arrancando la dulce raíz de Eternidad.
Cuando agotados de la extensa jornada, y del terrenal cambio del dolor por el dolor, perdida, dispuesta a la desesperación, tu cálida voz me convoca de nuevo; mi sincero amigo, nunca estoy sola si tu presencia y ese tono me acompañan.