A veces pienso que tú y yo es lo único que nos queda. La gente se ha ido a la deriva buscando sus valores extraviados, cada espalda se ajusta, contra un muro eludiendo el saqueo de la sombra, y se palpan a tientas el costado, y,preparan sus uñas como espadas, y rastrean sus venas pulso a pulso para saberse vivos de repente. Hay un viento que acosa toda llama, una ojera creciendo en cada rama, ya la espina se esconde de la rosa y la fe se ha exiliado de sí misma. Nadie inventa su vida sueño a sueño ni prepara taller para el futuro, cada quien recoge su cosecha y la traga de un golpe o la destruye. Fugitivos de todos los espejos donde aguarda el reverso de la máscara, acarrean ataúdes como cestos y vigilan la orilla del sepulcro, por si acaso la muerte los sorprende confirmando la farsa de estar vivos.
Pardo lecho de arena, playa inerte, plural surtidor de toda raza, cauce donde lo vital fluye y palpita. La luz divide el mundo en hemisferios: separa un duro azul bruñido luz arriba, abajo el otro agita sus líquidos metales.
A veces pienso que tú y yo es lo único que nos queda. La gente se ha ido a la deriva buscando sus valores extraviados, cada espalda se ajusta, contra un muro eludiendo el saqueo de la sombra, y se palpan a tientas el costado, y,preparan sus uñas
Cuando llega el amor nada es distinto. La lluvia cae y su agrietada lámina nos señala el relámpago inconstante. El ebrio, de tan siempre, va más ebrio, por la calle que conoce sus monólogos.