Ahora que cielo y tierra y viento calla
y en sueño fiera o ave alguna suena,
la noche que su carro salga ordena,
y en su lecho sin onda el mar se halla,
lloro y me abraso así; y quien me avasalla
veo ante mí para cebar mi pena;
guerra es mi estado, de ira y daño llena,
y calmo sólo en ella mi batalla.
Así cuanto es amargo y cuanto suave
bebo de sólo un mismo abrevadero;
abre y restaña el mal la misma mano;
y, porque mi martirio no se acabe,
mil veces cada día nazco y muero:
tanto me estoy de mi salud lejano