Ahora que cielo y tierra y viento calla y en sueño fiera o ave alguna suena, la noche que su carro salga ordena, y en su lecho sin onda el mar se halla,
lloro y me abraso así; y quien me avasalla veo ante mí para cebar mi pena; guerra es mi estado, de ira y daño llena, y calmo sólo en ella mi batalla.
Así cuanto es amargo y cuanto suave bebo de sólo un mismo abrevadero; abre y restaña el mal la misma mano;
y, porque mi martirio no se acabe, mil veces cada día nazco y muero: tanto me estoy de mi salud lejano
Paz no encuentro ni puedo hacer la guerra, y ardo y soy hielo; y temo y todo aplazo; y vuelo sobre el cielo y yazgo en tierra; y nada aprieto y todo el mundo abrazo.
No tengo paz ni puedo hacer la guerra; temo y espero, y del ardor al hielo paso, y vuelo para el cielo, bajo a la tierra, nada aprieto, y a todo el mundo abrazo.
Fresca agua, dulce y clara, donde sus miembros puso quien sólo yo cubriera de guirnalda, gentil rama en que hallara (aún suspiro incluso) columna en que apoyar su bella espalda; hierba y flor que la falda hermosa recubriera
Ahora que cielo y tierra y viento calla y en sueño fiera o ave alguna suena, la noche que su carro salga ordena, y en su lecho sin onda el mar se halla,
¡Ay, bello gesto, ay, plácida mirada, ay, siempre grave andar bello y ligero! ¡Ay, voz que hacía genio áspero y fiero humilde, y gente vil aun respetada!