1. Una vez me enamoré
1. 1. No hablaba mi idioma
1. 2. Decidí callar
1. 3. Ahora la amo entre mis dedos
1. 4. Sus ojos son de primavera
2. La enfermedad es un viaje con la vuelta abierta
2. 1. La mortalidad es un síntoma
2. 1. 1. La imagen es eterna
2. 2. Mi amor no la salvó, fue su biología
2. 3. Y una doctora; y un enfermero
3. El temor nos hace amar con firmeza
4. El amor nos hace temer dulcemente
4. 1. El olvido está hecho de escombros
4. 2. Ningún edificio sobrevive sin reformas
5. Ella se curó y me sigue amando
6. Ella me curó porque me ama
6. 1. La salud es a la vida lo que el amor es a la felicidad
6. 2. Imaginar sin sus gestos es lo más parecido a la incomunicación
7. El tiempo se divide en horas y en hechos
7. 1. Su mirada expresa más que cualquier voz
8. Se acaricia el vientre cuando quiere ser madre
8. 1. Le beso el ombligo cuando la imagino dando el pecho
8. 2. Nacimiento y muerte sirven para lo mismo
8. 3. El amor sirve de balanza y contrapeso
9. Espero que se haya enamorado alguna vez
9. 1. Al menos un simulacro
9. 2. Por lo menos una chispa, como un incendio repentino
9. 3. Los ojos no mienten
9. 4. Ni siquiera al resto de seres vivientes
9. 5. Ni siquiera a las piedras
10. Una vez me enamoré de repente
10. 1. De repente, olvidé todas las palabras con significados que ella desconocía
Ramas esculpidas bajo mármol,
lluvia entre cascadas de sables,
sombras hundidas en el barro.
Desde entonces soy rayo latente.
Antes encina, nogal, a veces sauce.
Ahora me quedo fuego, impotente.
No puedo decir que la amé.
Sería mentir.
La amé, eso es cierto,
pero no fui yo.
Fue un extraño ser,
una cándida y pueril imagen
de mi rostro imberbe,
de mis ojos dulces
y sonrisa complaciente.
Tal vez ese extraño la amase.
I
Sé que lloraré cuando te vayas,
durante meses,
un torrente
por los ojos.
Si es pronto,
la juventud
me aplastará
como a una mosca
veraniega.
Son frías estas almas de piedra
haciendo cola.
Sospechan dentro de diminutos bolsos
de las miradas largas.
Todo ha sucedido más rápido
de lo esperado.
La bala atravesó su cabeza
antes incluso
de que la gota de sudor
o lágrima, no se sabe,
impactara
contra el suelo.
Antes incluso
que el barro.
“Disculpe señor ministro
pero es usted un cabrón”.
La sala parecía estar de acuerdo,
hasta el mismísimo presidente
callaba a favor. “Lo es”,
empezó a decir, “ministro
esperanzador. Es usted
sin duda un gran cabrón,
si no el mejor”.
Ahora tienes que decirlo,
bien alto y bien claro.
Decirlo bien, nada de susurros
de altavoz descabezado.
Como tú sabes. Ya saben
de lo que eres capaz
cuando te escondes.
Como efecto de esta sociedad
puedo decir y digo sin reparo,
en efecto, soy fracaso.
Soy minoría lleno de miedos,
enemigo del odio equivocado;
de pulgas, a perro flaco.