Búscame ahora que tenemos en común
esta dulce sensación calórica
del sol en la piel los días de invierno.
Ahora que nuestras palabras no son tan ajenas,
ni tan nuestras siquiera.
Por fin podemos hablar sin miedo
de la fórmula del tiempo,
de la atmósfera del hidrógeno,
de la medida precisa del universo,
de la química del odio o del beso,
del Gran Hermano dos punto cero,
de la economía de las manos o del sexo,
de la justicia de los actos y del verbo,
de dónde puso a cada uno el tiempo.
Encuéntrame ahora,
mientras estoy vivo. Ahora
que aún soy adentros
por entender este cuerpo.