Búscame ahora que tenemos en común esta dulce sensación calórica del sol en la piel los días de invierno.
Ahora que nuestras palabras no son tan ajenas, ni tan nuestras siquiera.
Por fin podemos hablar sin miedo de la fórmula del tiempo, de la atmósfera del hidrógeno, de la medida precisa del universo, de la química del odio o del beso, del Gran Hermano dos punto cero, de la economía de las manos o del sexo, de la justicia de los actos y del verbo, de dónde puso a cada uno el tiempo.
Encuéntrame ahora, mientras estoy vivo. Ahora que aún soy adentros por entender este cuerpo.
Creo que la amo. No hay nada parecido a la seguridad en el amor. Hay alas, hay vuelo, pero el imperio de la gravedad sigue a merced de la experiencia. Los errores pesan. Hasta que llega una luz, con su mirada nítida y me imagina.