Desde que no está he desarrollado la facilidad espontánea para llorar. La memoria tiene la cola muy larga, ahora la vida es más y más estrecha. De repente, me nublo por dentro para no encharcarme de culpa. Agacho la vista hacia los azulejos que pisaban también su sombra. Me invado de dentro hacia afuera con sus pasos firmes en mis huellas. Faltan todavía un par de infinitos para entenderme y cumplir ante sus ojos. Me dijo más de una vez que me quería, con sinceridad dulce, cálida y traviesa. Aún quedan días en los que avanzo contando los momentos de mi deuda. De repente, me lluevo por dentro en silencio para hacer justa su lucha. Desde que no está, pasan lejos las horas y yo solo deseo. La quiero querer más y que me oiga.
Creo que la amo. No hay nada parecido a la seguridad en el amor. Hay alas, hay vuelo, pero el imperio de la gravedad sigue a merced de la experiencia. Los errores pesan. Hasta que llega una luz, con su mirada nítida y me imagina.
A los hechos me remito ante la duda bajo llave cabe esperar con el rabo entre las piernas contra lo establecido de perdidos al río desde que nací en el brillo de tus ojos entre pasado y futuro hacia tu rostro hasta chocarme