Ahora tienes que decirlo, bien alto y bien claro. Decirlo bien, nada de susurros de altavoz descabezado. Como tú sabes. Ya saben de lo que eres capaz cuando te escondes.
Acuérdate de la fuente, agárrate al pasado y surge como un árbol inesperado.
Acuérdate de nosotros, de los que ya no estamos.
Tienes fracturas pendientes con la justicia. Crecer por las cuestas del ocaso, ¿hay segunda vez acaso?
No puedes quitar una coma sin quitarte de en medio. Busca la verdad como un verbo en el diccionario de antónimos.
Estás harto. Ellos esperan y tú; no avanzamos. Te lanzas al vacío, a la red blanca que imaginas en el pozo, la líquida seguridad de los años.
Humanos del mundo, escribíos. Escribid vuestro nombre de futuro en otros ojos. Mirad lejos del nosotros. Mirad distinto. Mirad impresionismo. Mirad abstracto. Dejad de miraros entre vosotros señalando al loco.
Escribid, malditos. Escribid mientras podáis sujetaros con tres dedos la esperanza.
Creo que la amo. No hay nada parecido a la seguridad en el amor. Hay alas, hay vuelo, pero el imperio de la gravedad sigue a merced de la experiencia. Los errores pesan. Hasta que llega una luz, con su mirada nítida y me imagina.
A los hechos me remito ante la duda bajo llave cabe esperar con el rabo entre las piernas contra lo establecido de perdidos al río desde que nací en el brillo de tus ojos entre pasado y futuro hacia tu rostro hasta chocarme