Búscame ahora que tenemos en común
esta dulce sensación calórica
del sol en la piel los días de invierno.
Ahora que nuestras palabras no son tan ajenas,
ni tan nuestras siquiera.
Ramas esculpidas bajo mármol,
lluvia entre cascadas de sables,
sombras hundidas en el barro.
Desde entonces soy rayo latente.
Antes encina, nogal, a veces sauce.
Ahora me quedo fuego, impotente.
Mitad tierra, mitad agua, el calor
enmudece las raíces, la tarde
astilla las cortezas con dolor.
En ceniza está escrito mi nombre.
Árbol de sol, semilla incendiaria.
No seré yo quien prenda este bosque.