La vida es eso que pasa llegando a final de mes; vacaciones un fin de semana son el ataúd acorde al PIB.
¿En qué colegio has estudiado? Te falta experiencia para el puesto. ¿Te llamas Michael Jackson? Disculpa, no idolatramos negros. ¿Dónde te gusta meter el rabo? No me digas que eres de ésos. ¿Qué cara tiene dios en tus rezos? Si no habla mi idioma es falso. ¿Y esa barba? ¿Ese piercing? ¿Esos pelos? ¡Un tatuaje! ¡Tapa eso, tapa eso!
La vida es eso que pasa mientras otros revisan, anotan, autorizan cárceles, fronteras, cánceres, mirillas.
Mientras otros huyen, venden, callan, imaginan luces en la costa, en las manos, en los ojos tras esas caras infladas de bótox.
¿Está usted loco? Loco está usted, loco, usted está usted, y yo no le digo nada. Quien diga lo contrario loco miente usted, está usted, usted está y yo soy el loco. Para estar hay que creer. ¿Loco? Espere usted.
Transcurrir en banquete o hambruna, vida requerida, dulce, insatisfactoria, limitada a intermitencias como lo está una cucharilla: liviana, ligera sólo contiene lo que no rebosa, agujero en potencia.
No puedo quitarme, no puedo sacar de mi cabeza la memoria flácida y marmórea carne más allá de esta frontera epidérmica que una viva imagen de muerte ignora.