Las campanas en flor
no se han hecho para los senos de oficina
ni el tallo esbelto de los lápices
remata en cáliz de condescendencia
La presencia de la muerte
se hace cristal de roca discreta
para no estorbar
el intenso olor a envidia joven
que exhalan los impermeables
Y yo quiero romper a hablar a hablar
en palabras de nobles
agujeros dominó del destino
Yo quiero hacer del eterno futuro
un limpio solo de clarinete
con opción al aplauso
que salga y entre libremente
por mis intersticios de amor y de odio
que se prolongue en el aire y más allá del aire
con intenso reflejo en jaspe de conciencias
Ahora que van a caer oblicuamente
las últimas escamas de los llantos errantes
ahora que puedo descorrer la lluvia
y sorprender el beso tiernísimo
de las hojas y el buen tiempo
ahora que las miradas de hembra y macho
chocan sonoramente y se hacen trizas
mientras aguzan los árboles sus orejas de lobo
dejadme salir en busca de mis guantes
perdidos en un desmayo de cielo
acostumbrado a mudar de pechera
La vida es favorable al viento
y el viento propicio al claro ascendiente
de los frascos de esencia
y a la iluminación transversal de mis dedos
Un álbum de palomas rumoroso a efemérides
me persuade al empleo selecto
de las uñas bruñidas
Transparencia o reflejo
el amor diafaniza y viaja sin billete
de alma a alma o de cuerpo a cuerpo
según todas las reglas que la mecánica canta
Ciertamente las campanas maduras
no saben que se cierran como los senos
de oficina
cuando cae el relente
ni el tallo erguido de los lápices
comprende que ha llegado
el momento de coronarse de gloria
Pero yo sí lo sé
y porque lo sé lo canto ardientemente
Los dioses los dioses miradlos han vuelto
sin una sola cicatriz en la frente.
Gerardo Diego fue un poeta español, miembro de la llamada Generación del 27, que nació en Santander, el 3 de Octubre de 1896. Licenciado en Letras, impartió clases en distintos institutos españoles, aunque ya para entonces había comenzado su carrera literaria, primero centrándose en la escritura de cuentos para luego, ya en 1920, pasar a la poesía con El romancero de la novia. Se considera su publicación de la antología Poesía española: 1915-1931, la primera reunión de los poetas que formarían el cuerpo de la Generación del 27. Pasa la Guerra Civil en Francia y tras el conflicto continúa con su actividad docente y poética. En el año 1947 fue elegido miembro de la RAE. A lo largo de su vida recibió distintos premios y homenajes, entre los que habría de destacar el Calderón de la Barca de 1962, y el más importante de la lengua castellana, el Premio Cervantes, que recibió en 1979. Gerardo Diego murió en Madrid el 8 de Julio de 1987.