Nocturno XIV, de Gerardo Diego | Poema

    Poema en español
    Nocturno XIV

    A Enrique Menéndez 
     
    Ha cruzado divina y desnuda. 
    Es la Forma, es la Forma, es la Forma. 
    El artista, sujeto en la Norma, 
    la llama en su ayuda. 

    Cuando pasa sonríe y promete 
    y saluda cordial y exquisita, 
    más que breve es su breve visita, 
    su azar de cohete. 

    Es celeste como hecha de astros, 
    perfumada de incógnita esencia. 
    Es la Amada de la adolescencia, 
    toda de alabastros. 

    No se sabe si es sueño o es niebla. 
    No se sabe si túnica o nube. 
    Deja un rastro de luz cuando sube, 
    y el aire despuebla. 

    Es la imagen del ángel más leve 
    que Jacob vio en las blancas escalas. 
    Al trasluz transparenta sus alas 
    sutiles de nieve. 

    Sólo muestra su carne de estrella 
    en la magia de luna en el río. 
    Es espíritu, es aire, es vacío 
    sin molde y sin huella. 

    En la virgen cuartilla se posa. 
    Sobre el piano despliega su ala. 
    y si vamos a asirla, resbala 
    esquiva, medrosa. 

    La queremos cazar prisionera 
    y el intento en seguida comprende, 
    y batiendo las alas, asciende 
    feliz, a su esfera. 

    ¡Quién pudiera seguirla en su vuelo 
    Y arrobado en dichoso desmayo, 
    patinar por el hilo de un rayo 
    de luna hasta el cielo!

    Gerardo Diego fue un poeta español, miembro de la llamada Generación del 27, que nació en Santander, el 3 de Octubre de 1896. Licenciado en Letras, impartió clases en distintos institutos españoles, aunque ya para entonces había comenzado su carrera literaria, primero centrándose en la escritura de cuentos para luego, ya en 1920, pasar a la poesía con El romancero de la novia. Se considera su publicación de la antología Poesía española: 1915-1931, la primera reunión de los poetas que formarían el cuerpo de la Generación del 27. Pasa la Guerra Civil en Francia y tras el conflicto continúa con su actividad docente y poética. En el año 1947 fue elegido miembro de la RAE. A lo largo de su vida recibió distintos premios y homenajes, entre los que habría de destacar el Calderón de la Barca de 1962, y el más importante de la lengua castellana, el Premio Cervantes, que recibió en 1979. Gerardo Diego murió en Madrid el 8 de Julio de 1987.