Nocturno XI, de Gerardo Diego | Poema

    Poema en español
    Nocturno XI

    Sentadas sobre un pozo alabastrino 
    una mujer desnuda -amor profano- 
    y una blanca doncella -amor divino-. 
    ¿No recordáis el cuadro de Tiziano? 

    También en el nocturno chopiniano 
    se oye primero el cántico argentino 
    que nos dice las rosas del camino, 
    que al goce invita del amor profano. 

    El ave del amor borda su trino 
    escondida en el bíblico manzano, 
    y un cupidillo frívolo y pagano 
    apunta al cielo el chorro cristalino. 

    Es todo risas. Se respira un vano 
    perfume anacreóntico; y el vino 
    tiñe acaso el paisaje veneciano 
    como en una vendimia de Bassano 
    o en una bacanal del Aretino. 

    Un acorde litúrgico; imagino 
    que lo trenza algún órgano cristiano. 
    Es la aureola del amor divino 
    la que ilumina el corazón humano. 

    Renunciamiento, paz, quietud, lejano 
    son de plegarias místicas. El lino 
    de un cuento nazareno y peregrino 
    devana el dulce corazón del piano. 

    Y se piensa en el claustro; el vespertino 
    toque de Ángelus, trémulo y lontano, 
    un conventual jardín benedictino, 
    azucenas, cipreses, una mano 
    blanca en las sombras lentas adivino... 

    Pasa el encanto del amor divino. 
    Vuelve el triunfo del amor pagano. 
    Ya conoces los dos, mi buen hermano. 
    Pero tú no decides tu camino. 
    Es tan bello el amor a lo profano... 
    Es tan bello el amor a lo divino...

    Gerardo Diego fue un poeta español, miembro de la llamada Generación del 27, que nació en Santander, el 3 de Octubre de 1896. Licenciado en Letras, impartió clases en distintos institutos españoles, aunque ya para entonces había comenzado su carrera literaria, primero centrándose en la escritura de cuentos para luego, ya en 1920, pasar a la poesía con El romancero de la novia. Se considera su publicación de la antología Poesía española: 1915-1931, la primera reunión de los poetas que formarían el cuerpo de la Generación del 27. Pasa la Guerra Civil en Francia y tras el conflicto continúa con su actividad docente y poética. En el año 1947 fue elegido miembro de la RAE. A lo largo de su vida recibió distintos premios y homenajes, entre los que habría de destacar el Calderón de la Barca de 1962, y el más importante de la lengua castellana, el Premio Cervantes, que recibió en 1979. Gerardo Diego murió en Madrid el 8 de Julio de 1987.