¡Y pensar, conmovido corazón,
Que algún día nefando, los gusanos
Han de roerte tus orgullos vanos
Y emponzoñar tu fuente de emoción...!
¡Y pensar, conmovido corazón,
Que algún día nefando, los gusanos
Han de roerte tus orgullos vanos
Y emponzoñar tu fuente de emoción...!
Saber la vida tránsfuga, y saber
El fracaso de todo en un minuto:
Toda tu heroica fiebre de absoluto
(Náufraga en unos labios de mujer).
Y todo tu dolor, y tu sensual
Podredumbre obcecada, y tu efusiva
Devoción a la Amada primitiva
De alma jocunda y clara de cristal.
Aún no habrás logrado modelar
Tu poema mejor, cuando la pálida
Intrusa llegue, y tu Poesía, inválida,
Interrumpa su lírico volar
Saber que un día, trémulo rubí,
Leal y atormentado, solamente
Polvo inmóvil será tu carne ardiente,
Sin nada de lo noble que hay en ti.
Cuánto mejor sería, corazón,
Que te agotaras, trágico y canoro,
En este amor vernal de fuego y oro,
En una fervorosa combustión.
¡Y pensar, conmovido corazón,
Que algún día nefando, los gusanos
Han de roerte tus orgullos vanos
Y emponzoñar tu fuente de emoción...!
Me he querido mentir que no te amo,
roja alegría incauta, sol sin freno
en la tarde que sólo tú detienes,
luz demorada sobre mi deshielo.
Por no apagar la brasa de tus labios
con un amor que darte no merezco,
por no echar sobre el alba de tus hombros
Por el amor de una nube
De blanda piel me perdí
Duermo encadenado al cielo
Sin voz sin nombre sin ser
Sin ser voz suena mi nombre
Mas donde sueña no sé
Que se me enredó la oreja
Descifrando un caracol
Tras una reja de olas
Espera, octubre.
No hables, voz. Abril disuelve apenas
la piel de las estatuas en espuma,
aún canta en flor el árbol de las venas,
y ya tu augurio a ras del mar, tu bruma
que sobre el gozo cuelga sus cadenas,
y tu clima de menta, en que se esfuma