Los portadores de sueños, de Gioconda Belli | Poema

    Poema en español
    Los portadores de sueños

    En todas las profecías 
    está escrita la destrucción del mundo. 
    Todas las profecías cuentan 
    que el hombre creará su propia destrucción. 

    Pero los siglos y la vida 
    que siempre se renueva 
    engendraron también una generación 
    de amadores y soñadores; 
    hombres y mujeres que no soñaron 
    con la destrucción del mundo, 
    sino con la construcción del mundo 
    de las mariposas y los ruiseñores. 

    Desde pequeños venían marcados por el amor. 
    detrás de su apariencia cotidiana 
    guardaban la ternura y el sol de medianoche. 
    Las madres los encontraban llorando 
    por un pájaro muerto 
    y más tarde también los encontraron a muchos 
    muertos como pájaros. 
    Estos seres cohabitaron con mujeres traslúcidas 
    y las dejaron preñadas de miel y de hijos verdecidos 
    por un invierno de caricias. 
    Así fue como proliferaron en el mundo los portadores sueños, 
    atacados ferozmente por los portadores de profecías 
    habladoras de catástrofes. 
    Los llamaron ilusos, románticos, pensadores de utopías 
    dijeron que sus palabras eran viejas 
    y, en efecto, lo eran porque la memoria del paraíso 
    es antigua al corazón del hombre. 
    Los acumuladores de riquezas les temían 
    lanzaban sus ejércitos contra ellos, 
    pero los portadores de sueños todas las noches 
    hacían el amor 
    y seguía brotando su semilla del vientre de ellas 
    que no sólo portaban sueños sino que los 
    multiplicaban y los hacían correr y hablar. 
    De esta forma el mundo engendró de nuevo su vida 
    como también había engendrado 
    a los que inventaron la manera 
    de apagar el sol. 

    Los portadores de sueños sobrevivieron a los 
    climas gélidos pero en los climas cálidos casi parecían brotar por 
    generación espontánea. 
    Quizá las palmeras, los cielos azules, las lluvias 
    torrenciales tuvieron algo que ver con esto, 
    la verdad es que como laboriosas hormiguitas 
    estos especímenes no dejaban de soñar y de construir 
    hermosos mundos, 
    mundos de hermanos, de hombres y mujeres que se 
    llamaban compañeros, 
    que se enseñaban unos a otros a leer, se consolaban 
    en las muertes, 
    se curaban y cuidaban entre ellos, se querían, se 
    ayudaban en el 
    arte de querer y en la defensa de la felicidad. 

    Eran felices en su mundo de azúcar y de viento, 
    de todas partes venían a impregnarse de su aliento, 
    de sus claras miradas, 
    hacia todas partes salían los que habían conocido 
    portando sueños soñando con profecías nuevas 
    que hablaban de tiempos de mariposas y ruiseñores 
    y de que el mundo no tendría que terminar en la 
    hecatombe. 
    Por el contrario, los científicos diseñarían 
    puentes, jardines, juguetes sorprendentes 
    para hacer más gozosa la felicidad del hombre. 

    Son peligrosos - imprimían las grandes rotativas 
    Son peligrosos - decían los presidentes en sus discursos 
    Son peligrosos - murmuraban los artífices de la guerra. 
    Hay que destruirlos - imprimían las grandes rotativas 
    Hay que destruirlos - decían los presidentes en sus discursos 
    Hay que destruirlos - murmuraban los artífices de la guerra. 

    Los portadores de sueños conocían su poder 
    por eso no se extrañaban 
    también sabían que la vida los había engendrado 
    para protegerse de la muerte que anuncian las 
    profecías y por eso defendían su vida aun con la muerte. 
    Por eso cultivaban jardines de sueños 
    y los exportaban con grandes lazos de colores. 
    Los profetas de la oscuridad se pasaban noches y días enteros 
    vigilando los pasajes y los caminos 
    buscando estos peligrosos cargamentos 
    que nunca lograban atrapar 
    porque el que no tiene ojos para soñar 
    no ve los sueños ni de día, ni de noche. 

    Y en el mundo se ha desatado un gran tráfico de 
    sueños que no pueden detener los traficantes de la muerte; 
    por doquier hay paquetes con grandes lazos 
    que sólo esta nueva raza de hombres puede ver 
    la semilla de estos sueños no se puede detectar 
    porque va envuelta en rojos corazones 
    en amplios vestidos de maternidad 
    donde piesecitos soñadores alborotan los vientres 
    que los albergan. 

    Dicen que la tierra después de parirlos 
    desencadenó un cielo de arcoiris 
    y sopló de fecundidad las raíces de los árboles. 
    Nosotros sólo sabemos que los hemos visto 
    sabemos que la vida los engendró 
    para protegerse de la muerte que anuncian las 
    profecías.