Nos casaremos ahora que llueve a carcajadas. Vos y yo y la tierra celebraremos juntos el verdor de los cuerpos, el sexo de las flores, el polen de la risa y todas las estrellas que vienen confundidas en la gota de lluvia. Pondremos inviernos en el amor para verlo crecer al ritmo de las plantas. Uniremos las nubes para formar el trueno, uniremos la tierra con el agua. Nos casaremos con el cielo cerrado, cuando suenen los techos como ametralladoras y el canto de las ranas suba desde el jardín junto con un cortejo de hormigas voladoras. Nos casaremos sin sombrillas, amor, con la cabeza descubierta, en un patio mojado, oloroso de tierra, sin otra sed más que la del uno por el otro, con la ropa empapada, juntando nuestros quehaceres para que se venga el temporal que lo va a lavar todo, como la lluvia, amor, de cuando nos casemos.
Y Dios me hizo mujer, de pelo largo, ojos, nariz y boca de mujer. Con curvas y pliegues y suaves hondonadas y me cavó por dentro, me hizo un taller de seres humanos. Tejió delicadamente mis nervios y balanceó con cuidado
Devuélveme mi corazón, viajero. Tú te irás –me lo dices-, montado en alado pegaso te alejarás y dejarás sólo noches solas a mi alrededor. Por esto, antes de que dobles el hueco del camino, debes dejarme puesto en el pecho el corazón.
¿Por qué no me dijiste que estabas construyendo ese castillo de arena? Hubiera sido tan hermoso poder entrar por su pequeña puerta, recorrer sus salados corredores, esperarte en los cuadros de conchas, hablándote desde el balcón
Las mañanas cambiaron su signo conocido. Ahora el agua, su tibieza, su magia soñolienta es diferente. Ahora oigo desde que mi piel conoce que es de día, cantos de tiempos clandestinos sonando audaces, altos desde la mesa de noche
Quiero morder tu carne, salada y fuerte, empezar por tus brazos hermosos como ramas de ceibo, seguir por ese pecho con el que sueñan mis sueños ese pecho-cueva donde se esconde mi cabeza hurgando la ternura,
Te quiero como gata boca arriba, panza arriba te quiero, maullando a través de tu mirada, de este amor-jaula violento, lleno de zarpazos como una noche de luna y dos gatos enamorados discutiendo su amor en los tejados,