Vendimiario, de Guillaume Apollinaire | Poema

    Poema en español
    Vendimiario

    Hombres del futuro acordaos de mí 
    yo viví la época del fin de los reyes 
    uno tras otro morían silenciosos y tristes 
    y triplicado su coraje convertíanse en trimegistos 

    qué bella París a finales de septiembre 
    cada noche era una viña donde los pámpanos 
    derramaban su transparencia sobre la ciudad y en lo alto 
    astros maduros picoteados por los pájaros ebrios 
    de mi gloria esperaban la vendimia del alba 

    una tarde al pasar a lo largo de los muelles desiertos y sombríos 
    de regreso a Autevil escuché una voz 
    que cantaba gravemente acallándose a veces 
    para que se elevase también sobre las orillas del Sena 
    el lamento de otras voces nítidas y lejanas 

    y escuché largamente todos esos cantos y clamores 
    que despertaban en la noche la canción de París 

    tengo sed ciudades de Francia y de Europa y del Mundo 
    venid todas a verter en mi garganta profunda 

    entonces vi que ya ebria en la viña París 
    vendimiaba la uva más dulce de la tierra 
    esos granos milagrosos que cantaron en las parras 

    y Rennes respondió con Quimper y Vannes 
    henos aquí oh París Nuestras casas nuestros habitantes 
    estos racimos de nuestros sentidos que da a luz el sol 
    se sacrifican para saciarte ávida maravilla 
    te ofrendamos todos los cerebros los cementerios las murallas 
    esas cunas colmadas de gritos que no escucharás 
    y de la fuente al estuario nuestros pensamientos oh ríos 
    los oídos de las escuelas y nuestras manos reconciliadas 
    de dedos extendidos nuestras manos campanarios 
    y te ofrendamos además esta ágil razón 
    que el misterio clausura como una puerta la casa 
    ese misterio cortés de la galantería 
    ese misterio fatal fatal de otra vida 
    doble razón más allá de la belleza 
    que no conocieron ni el Oriente ni Grecia 
    doble razón de la Bretaña donde ola tras ola 
    el océano va poco a poco castrando el viejo continente 

    y las ciudades del norte respondieron jubilosas 

    oh París henos aquí vivos licores 
    ciudades viriles donde parlotean y cantan 
    los santos metálicos de nuestras santas fábricas 
    nuestras chimeneas al cielo abierto engrasan los nubarrones 
    como una vez el Ixion mecánico 
    y nuestras manos incontables 
    factorías manufacturas fábricas manos 
    donde los obreros desnudos semejantes a nuestros dedos 
    fabrican en efectivo a tanto la hora 
    todo eso te damos 

    y Lyon respondió mientras los ángeles de Fourvières 
    tejían un cielo nuevo con la seda de las plegarias 

    Sáciate París con las divinas palabras 
    que mis labios el Ródano y Saona murmuran 
    siempre el mismo culto de su muerte renaciente 
    aquí divide a los santos y hace llover la sangre 
    afortunada lluvia oh gotas tibias oh dolor 
    un niño ve abrirse las ventanas 
    y ofrecerse racimos de cabezas de pájaros ebrios 

    las ciudades del Mediodía entonces respondieron 

    noble París única razón que aún vives 
    que fijas nuestro carácter a tu destino 
    y tú replegándote Mediterráneo 
    partid nuestros cuerpos como se quiebran las hostias 
    esos sublimes amores y su danza huérfana 
    se convertirán oh París en el vino puro que amas 

    y un estertor infinito que venía de Sicilia 
    daba en un batir de alas significado a estas palabras 

    las uvas de nuestras viñas fueron cosechadas 
    y esos racimos de muertos cuyas semillas alargadas 
    llevan el sabor de la sangre de la tierra y de la sal 
    aquí están para tu sed oh París bajo el cielo 
    obscurecida de nubarrones famélicos 
    que acaricia Ixion el creador oblicuo 
    y donde nacen sobre el mar todos los cuervos de África 
    oh uvas y estos ojos apagados y familiares 
    el porvenir y la vida se aburren en esas parras 

    pero dónde está la mirada luminosa de las sirenas 
    engañó a los marinos que amaban a esos pájaros 
    ya no revoloteará en el escollo de Escila 
    donde cantan las tres voces suaves y serenas 

    el estrecho de pronto había cambiado el semblante 
    rostros de carne de honda de todo 
    lo imaginable 
    no sois sino máscaras sobre rostros maquillados 

    él sonrió joven nadador entre las orillas 
    y los ahogados flotando sobre su nueva ola 
    huían perseguidos por las cantoras quejumbrosas 
    dijéronle adiós al remolino y los arrecifes 
    a sus pálidas esposas inclinadas en las terrazas 
    luego de haber emprendido el vuelo hacia el sol ardiente 
    siguiéronles en la onda donde se sumergen los astros 

    cuando regresó la noche nublada de ojos abiertos 
    vagar hasta el paraje donde silbó la hidra este invierno 
    y escuché de repente tu voz imperiosa 
    oh Roma 
    maldecir de un golpe mis viejos pensamientos 
    y el cielo donde el amor guía los destinos 

    los retoños de varas sobre el árbol de la cruz 
    y hasta la flor de lis que muere en el Vaticano 
    fermentan en el vino que te ofrezco y que tiene 
    el sabor de la sangre pura de aquel que conoce 
    otra libertad vegetal de la cual 
    no sabes que es ésta su suprema virtud 

    una corona de la tiara cayó sobre las losas 
    los jerarcas la aplastan bajo sus sandalias 
    oh esplendor democrático que palidece 
    viene la noche real donde se sacrificarán las bestias 
    la loba con el cordero el águila con la paloma 
    una turba de reyes enemigos y crueles 
    sedientos como tú en la viña eterna 
    se desprenderán de la tierra y vendrán por los aires 
    a beber de mi vino dos veces milenario 

    el Mosela y el Rhin se unen en silencio 
    es Europa que reza noche y día en Coblenza 
    y yo que me demoraba en el muelle de Autevil 
    cuando a veces caían las horas como las flores 
    de la cepa a su tiempo escuché la plegaria 
    que se unía a la claridad de estos ríos 

    oh París el vino de tu país es mejor que aquél 
    que se abre camino en nuestros bordes pero en los pámpanos del Norte 
    todos los granos murieron de esta sed terrible 
    mis racimos de hombres fuertes sangran en el lagar 
    beberás en largos sorbos toda la sangre de Europa 
    porque sólo tú eres noble y bella 
    porque es en ti que puede Dios manifestarse 
    y todos mis viñadores en esas bellas casas 
    que a la tarde reflejan sus fuegos en nuestras dos aguas 
    en esas bellas casas nítidamente blancas y negras 
    cantan tu gloria sin saber que tú eres la realidad 
    pero nosotros líquidas manos que se unen para la plegaria 
    nosotros guiamos hacia la sal las aguas aventureras 
    y la ciudad entre nosotros como entre tijeras 
    no refleja durmiendo ningún fuego en sus dos aguas 
    de las cuáles algún lejano silbido a veces se eleva 
    trastornando en su sueño a las muchachas de Coblenza 

    las ciudades respondían ahora por centenas 
    ya no distinguía sus palabras lejanas 
    y Treves la ciudad anciana 
    mezclaba a estas otras su voz 
    concentrado en este vino el Universo entero 
    que contenía los mares los animales las plantas 
    las ciudades los destinos y los astros que cantan 
    los hombres arrodillados en la orilla del cielo 
    y el dócil hierro nuestro fiel compañero 
    el fuego que hay que amar como se ama a sí mismo 
    todos los altivos difuntos que bajo mi frente son uno 
    el relámpago que brilla como un pensamiento que nace 
    todos los nombres seis por seis los números uno a uno 
    kilos de papel torcido como llamas 
    y aquellos que sabrán blanquear nuestra osamenta 
    los buenos versos inmortales que se aburren de paciencia 
    ejércitos dispuestos para la batalla 
    bosques de crucifijos y mis lacustres moradas 
    al borde de los ojos de aquella que amo tanto 
    las flores que de las bocas salen gritando 
    y todo eso que no sé decir 
    todo eso que jamás conoceré 
    todo aquello todo aquello en ese vino puro transformado 
    del que París tenía sed 
    me fue entonces presentado 

    acciones bellas jornadas sueños terribles 
    vegetación acoplamiento músicas eternas 
    movimientos adoraciones dolor divino 
    mundos que os agrupáis y que se nos asemejan 
    he bebido de vosotros y no he sido saciado 

    pero desde entonces conocí aquel sabor de universo 
    ebrio estoy de haber bebido todo el universo 
    sobre el muelle donde veía la onda correr y dormir las balandras 

    escuchadme soy el gaznate de París 
    y si me place beberé aún del universo 

    escuchad mis cantos de borrachera universal 

    y la noche de septiembre se consumía lentamente 
    morían las estrellas y apenas nacía la mañana 
    se apagaban en el Sena los fuegos rojos de los puentes

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