Música para fuegos de artificio, de Guillermo Carnero | Poema

    Poema en español
    Música para fuegos de artificio

    Hace muy pocos años yo decía 
    palabras refulgentes como piedras preciosas 
    y veía rodar, como un milagro 
    abombado y azul, la gota tenue 
    por el cabello rubio hacia la espalda. 
    No eran palabras frágiles, prendidas al azar 
    de un evadido vuelo prescindible, 
    sino plenas y grávidas victorias 
    en las que ver el mundo y obtenerlo. 
    La emoción de enunciar un orden justo 
    cedía realidad al sonido y al tacto 
    y quedaba en los labios la certeza 
    de conocer en el sabor y el nombre. 
    Pero la certidumbre de una mirada limpia 
    es una ingenuidad no perdurable, 
    y el viento arrastra en ráfagas de crespones y agujas 
    el vicio de creer envuelto en polvo. 
    Y si tras de la luz esplendorosa 
    que pone en pie la vida en un haz de palmeras 
    el miedo de dormir cierra los cálices 
    susurrando promesas de una luz sucesiva, 
    el fulgor de la fe lento se orienta 
    al imán de la noche permanente 
    en la que tacto, imagen y sonido 
    flotan en la quietud de lo sinónimo, 
    sin temor de mortales travesías 
    ni los dones que otorga la torpeza 
    sino un fugaz vislumbre de medusas: 
    inconsistentes ecos reiterados 
    en un reino de paz y de pericia, 
    apagado jardín de la memoria 
    donde inertes se pudren sumergidos 
    los oropeles del conocimiento 
    y como resquebraja la alta torre 
    Guillermo Carnero Poemas 
    la solidez de su asentado peso, 
    de tan robusto, poderoso y grave 
    se quiebra y pulveriza el albedrío. 
    Así para las aves y la plácida 
    irrepetible pulcritud del junco 
    hay cada día olvido inaugural 
    en la renovación de la mañana: 
    quien hace oficio de nombrar el mundo 
    forja al fin un fervor erosionado 
    en la noche total definitiva.