texto_poema
Despierta, tiemblo al mirarte; dormida, me atrevo a verte; por eso, alma de mi alma, yo velo mientras tú duermes.
Despierta ríes y al reír tus labios inquietos me parecen relámpagos de grana que serpean sobre un cielo de nieve.
Dormida, los extremos de tu boca pliega sonrisa leve, suave como el rastro luminoso que deja un sol que muere.
¡Duerme!
Despierta miras y, al mirar, tus ojos húmedos resplandecen como la onda azul en cuya cresta chispeando el sol hiere.
Al través de tus párpados, dormida, tranquilo fulgor vierten, cual derrama de luz templado rayo lámpara transparente.
¡Duerme!
Despierta hablas y, al hablar, vibrantes tus palabras parecen lluvia de perlas que en dorada copa se derrama a torrentes.
Dormida, en el murmullo de tu aliento acompasado y tenue escucho yo un poema que mi alma enamorada entiende.
¡Duerme!
Sobre el corazón la mano me he puesto por que no suene su latido y de la noche turbe la calma solemne.
De tu balcón las persianas cerré ya por que no entre el resplandor enojoso de la aurora y te despierte.
¡Duerme!