Yo, lobo estepario, troto y troto, la nieve cubre el mundo, el cuervo aletea desde el abedul, pero nunca una liebre, nunca un ciervo.
¡Amo tanto a los ciervos! ¡Ah, si encontrase alguno! Lo apresaría entre mis dientes y mis patas, eso es lo más hermoso que imagino. Para los afectivos tendría buen corazón, devoraría hasta el fondo de sus tiernos perniles, bebería hasta hartarme de su sangre rojiza, y luego aullaría toda la noche, solitario.
Hasta con una liebre me conformaría. El sabor de su cálida carne es tan dulce de noche. ¿Acaso todo, todo lo que pueda alegrar una pizca la vida está lejos de mí? El pelo de mi cola tiene ya un color gris, apenas puedo ver con cierta claridad, y hace años que murió mi compañera.
Ahora troto y sueño con ciervos, troto y sueño con liebres, oigo soplar el viento en noches invernales, calmo con nieve mi garganta ardiente, llevo al diablo hasta mi pobre alma.
La mitad de la belleza depende del paisaje; y la otra mitad de la persona que la mira. . . Los más brillantes amaneceres; los más románticos atardeceres; ... los paraísos mas increíbles; se pueden encontrar siempre en el rostro de las personas queridas.
Así como toda flor se enmustia y toda juventud cede a la edad, así también florecen sucesivos los peldaños de la vida; a su tiempo flora toda sabiduría, toda virtud, mas no les es dado durar eternamente. Es menester que el corazón, a cada llamamiento,
Hasta nosotros sube de los confines del mundo, el anhelo febril de la vida; con el lujo la miseria confundida, vaho sangriento de mil fúnebres festines; espasmos de deleite, afanes, espantos, manos de criminales, de usureros, de santos.
Que lo hermoso y lo hechicero sea tan sólo hálito y tormenta, y que lo encantador y lo precioso y lo propicio nunca permanezca: que flor y nube y pompa de jabón, fuegos artificiales, risas de los niños, mirada de mujer en el espejo
Ninguno de los libros de este mundo te aportará la felicidad, pero secretamente te devuelven a ti mismo. Allí está todo lo que necesitas, sol, luna y estrellas, pues la luz que reclamas habita en tu interior. Ese saber que tú tanto buscaste