Lobo estepario, de Hermann Hesse | Poema

    Poema en español
    Lobo estepario

    Yo, lobo estepario, troto y troto, 
    la nieve cubre el mundo, 
    el cuervo aletea desde el abedul, 
    pero nunca una liebre, nunca un ciervo. 

    ¡Amo tanto a los ciervos! 
    ¡Ah, si encontrase alguno! 
    Lo apresaría entre mis dientes y mis patas, 
    eso es lo más hermoso que imagino. 
    Para los afectivos tendría buen corazón, 
    devoraría hasta el fondo de sus tiernos perniles, 
    bebería hasta hartarme de su sangre rojiza, 
    y luego aullaría toda la noche, solitario. 

    Hasta con una liebre me conformaría. 
    El sabor de su cálida carne es tan dulce de noche. 
    ¿Acaso todo, todo lo que pueda alegrar 
    una pizca la vida está lejos de mí? 
    El pelo de mi cola tiene ya un color gris, 
    apenas puedo ver con cierta claridad, 
    y hace años que murió mi compañera. 

    Ahora troto y sueño con ciervos, 
    troto y sueño con liebres, 
    oigo soplar el viento en noches invernales, 
    calmo con nieve mi garganta ardiente, 
    llevo al diablo hasta mi pobre alma.

    Hermann Hesse (Calw, Alemania, 1877 – Montagnola, Suiza, 1962), novelista y poeta, fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura de 1946. Su obra es una de las más traducidas y laureadas de la literatura alemana, especialmente popular entre el público joven. Las obras de Hesse están repletas de referencias a los temas que más le preocupaban: la dualidad del hombre, y la permanente división entre la espiritualidad y la expresión de su naturaleza. Entre sus obras emblemáticas se encuentran Siddhartha (1922) y El lobo estepario (1927). 

    • En ocasiones solemos coger la pluma 
      y escribimos sobre una hoja en blanco, 
      signos que dicen esto y aquello: todos los conocen, 
      es un juego que tiene sus reglas. 
      Si viniera, en cambio, algún salvaje o loco, 
      y, curioso observador, acercase sus ojos a 

    • Por la verde ronda de hojas ya se asoma 
      con temor infantil, y apenas mirar osa; 
      siente las ondas de luz que la cobijan, 
      y el azul incomprensible del cielo y del Verano. 
      Luz, viento y mariposas la cortejan; abre, 
      con la primera sonrisa, su ansioso corazón 

    • Para mí, el solitario, sólo para mí 
      brillan las innumerables estrellas de la noche, 
      la fuente de piedra susurra su mágica canción, 
      y sólo para mí, para mí, el solitario, 
      surcan las sombras coloreadas 
      igual que nubes que deambulasen como sueño sobre el paisaje. 

    • De noche lentamente 
      andan por el campo las parejas, 
      las mujeres sueltan su pelo, 
      cuenta su dinero el comerciante, 
      los ciudadanos leen con temor las novedades 
      en el diario de la tarde, 
      niños con los pequeños puños cerrados