Tu sombrero se levanta despacio, saluda, y vuela al viento, tu cabeza desnuda enamora a las nubes, tu corazón tiene que hacer en otra parte, tu boca asimila lenguas nuevas, la hierba tembladera menudea por aquí, el verano apaga y enciende los ásteres con un soplo, ciego por los copos levantas el rostro, ríes y lloras y te hundes en ti, qué más ha de ocurrirte -
¡Explícame, amor!
El pavo con solemne asombro hace la rueda, la paloma levanta su collar de plumas, el aire se dilata repleto de arrullos, grita el ánade, el país entero se sirve de la miel silvestre, también en el sereno parque los arriates están enmarcados con un polvo dorado.
El pez se ruboriza, adelanta a la bandada y se precipita entre grutas al lecho de coral. Al son de la música de la arena plateada baila tímido el escorpión. El escarabajo huele de lejos a la más espléndida; ¡si yo tuviera sus sentidos, notaría también que brillan alas bajo el caparazón de ella, y tomaría el camino del fresal lejano!
¡Explícame, amor!
El agua sabe hablar, la ola toma a la ola de la mano, en la viña el racimo se hincha, salta y cae. ¡Cuán confiado sale el caracol de su casa!
¡Una piedra sabe conmover a otra!
Explícame amor, lo que no sé explicar: ¿trataré durante este tiempo corto y hostil únicamente con pensamientos y sólo yo no conoceré ni haré nada afectuoso? ¿Tiene uno que pensar? ¿No le echarán de menos?
Dices: otro espíritu cuenta con él... No me expliques nada. Veo a la salamandra pasar por todos los fuegos. Ningún horror la persigue y nada le causa dolor.
Vienen días más duros. El tiempo postergado hasta nuevo aviso asoma por el horizonte. Pronto tendrás que atarte los zapatos y correr los perros de vuelta a las granjas marismeñas. Pues las vísceras de los peces se han enfriado al viento.
Tu sombrero se levanta despacio, saluda, y vuela al viento, tu cabeza desnuda enamora a las nubes, tu corazón tiene que hacer en otra parte, tu boca asimila lenguas nuevas, la hierba tembladera menudea por aquí,
Osa Mayor, baja, hirsuta noche, animal de piel de nubes con ojos viejos, ojos de estrellas, por la espesura irrumpen relucientes tus patas con las garras, garras de estrellas, mantenemos despiertos los rebaños, pero encantados por ti, desconfiamos