Osa Mayor, baja, hirsuta noche, animal de piel de nubes con ojos viejos, ojos de estrellas, por la espesura irrumpen relucientes tus patas con las garras, garras de estrellas, mantenemos despiertos los rebaños, pero encantados por ti, desconfiamos de tus flancos cansados y de tus dientes agudos y semidescubiertos, vieja osa.
Una piña: vuestro mundo. Vosotros: sus escamas. Yo la muevo, la hago rodar desde los abetos del principio hasta los abetos del final, la resoplo, la pruebo en la boca y la agarro con las zarpas.
Ya tengáis miedo o no lo tengáis, pagad en la limosnera y dadle al ciego una buena palabra, para que sostenga a la osa de la correa. Y sazonad bien los corderos.
Podría ser que esta osa se soltara, no amenazara ya más y corriera tras todas las piñas caídas de los abetos grandes y alados que cayeron del paraíso.
Vienen días más duros. El tiempo postergado hasta nuevo aviso asoma por el horizonte. Pronto tendrás que atarte los zapatos y correr los perros de vuelta a las granjas marismeñas. Pues las vísceras de los peces se han enfriado al viento.
Tu sombrero se levanta despacio, saluda, y vuela al viento, tu cabeza desnuda enamora a las nubes, tu corazón tiene que hacer en otra parte, tu boca asimila lenguas nuevas, la hierba tembladera menudea por aquí,
Osa Mayor, baja, hirsuta noche, animal de piel de nubes con ojos viejos, ojos de estrellas, por la espesura irrumpen relucientes tus patas con las garras, garras de estrellas, mantenemos despiertos los rebaños, pero encantados por ti, desconfiamos