Esperado la mano de nieve... Gustavo Adolfo Bécquer
¿En dónde? ¿En qué lugar secreto del invierno está oculto el botón mecánico, la rosa, el vals o la mujer que un dedo sin esfuerzo debería tocar para ponerte en marcha, automático abril de un año descompuesto?
Lo siento. Estás ya aquí, junto a mi pensamiento, como —sobre el cristal de una ventana oscura— la exigencia sin voz de un aletazo terco. Pero, si salgo a abrir, lo único que encuentro es la noche, otra vez: la noche y el silencio. ¿Palabras? ¿Para qué? En ellas, por momentos, creo tocarte al fin, abril... Pero las digo —raíz, pájaro, luz— y me contesta el viento: invierno; invierno el sol, y soledad los ecos.
Libros de viaje busco. Mapas de amor despliego. A rostros de mujeres que hace tiempo murieron,
en retratos y en cartaspregunto cómo eras; qué nubes o qué alondras fueron, en otros puertos, de tu regreso eterno crédulos mensajeros.
Pero nadie te ha visto llegar, abril. A nadie puedo pedir consejo para esperarte. Nadie conoce tus andenes, sino —acaso— este ciego que pugna por hallar a tientas, en mis versos, el secreto botón que pone en marcha al mundo cuando vacila el sol y dudan los inviernos...
Nunca me cansará mi oficio de hombre. Hombre he sido y seré mientras exista. Hombre no más: proyecto entre proyectos, boca sedienta al cántaro adherida, pies inseguros sobre el polvo ardiente, espíritu y materia vulnerables
Esperado la mano de nieve... Gustavo Adolfo Bécquer
¿En dónde? ¿En qué lugar secreto del invierno está oculto el botón mecánico, la rosa, el vals o la mujer que un dedo sin esfuerzo debería tocar para ponerte en marcha,