Tus manos por las sábanas eran mis hojas muertas. Mi otoño era un amor por tu verano. El viento del recuerdo resonaba en las puertas de lugares que nunca visitáramos.
Permití la mentira de tu sueño egoísta allá donde tus pasos borra el sueño. Crees estar donde estás. Qué triste nos resulta estar donde no estamos, así siempre.
Tu vivías hundido dentro de otro tú mismo, abstraído a tal punto de tu cuerpo que eras como de piedra. Duro para el que ama es tener un retrato solamente.
Inmóvil, desvelado, yo visitaba estancias a las que nunca ya retornaremos. Corría como un loco sin remover los miembros: el mentón apoyado sobre el puño.
Y, cuando regresaba de esa carrera inerte, te encontraba aburrido, con los ojos cerrados, con tu aliento y con tu enorme mano abiertos, y tu boca rebosante de noche...
Tus manos por las sábanas eran mis hojas muertas. Mi otoño era un amor por tu verano. El viento del recuerdo resonaba en las puertas de lugares que nunca visitáramos.
El poeta es exacto. La poesía es exactitud. Desde Baudelaire, el público ha comprendido, poco a poco, que la poesía es uno de los medios más insolentes de decir la verdad. No existe arma de mayor precisión; y para defenderse, con una defensa instintiva, de la angustia de la
Hay gentes que lo poseen todo y no consiguen hacerlo creer; ricos tan pobres y nobles tan vulgares que la incredulidad que suscitan acaba por hacerlos tímidos y les da una actitud sospechosa.