Lección de metafísica, de Jesús Aguado | Poema

    Poema en español
    Lección de metafísica

    Lo que existe parece que no existe 
    porque tú lo has tocado ser adentro, 
    porque tú lo has tocado beso adentro 
    con la nerviosa lengua de la nada. 

    Me palpas con tus manos infinitas 
    (no son manos, lo sé, sino estallidos: 
    el tiempo que no llega nunca a tiempo, 
    un tiempo adelantado o retrasado 
    que acaba siendo mar o nebulosa) 
    y se borra mi cuerpo, y al borrarse 
    por fin se hace visible: un signo cero 
    suspendido en el aire entre nosotros. 

    Me piensas con tu boca y con tu sexo, 
    esos dos silogismos refutables, 
    esos dioses borrachos que han perdido 
    la pizarra o azar donde escribirme. 

    Y al pensarme me restas, me haces menos, 
    me deshaces, me viertes al vacío, 
    me entregas al no ser 
    y maniatado. 

    Parece que no existo por tu amor 
    porque tu amor me funda, es el origen, 
    ese punto o lugar donde está todo 
    (también lo que no está: tu ausencia: nada). 

    Tu cuerpo me hace náufrago, un islote 
    de repente ignorado por el cosmos, 
    meteorito tachado de los mapas, 
    nave sin un planeta al que volver 
    que fuera giro a giro di-sol-viéndose 
    en la luz cegadora del olvido. 

    Tu cuerpo hace que exista lo que existe: 
    tu cuerpo hace imposible lo que existe. 

    Lo que existe parece que no existe 
    porque tú lo has dejado sin besar. 

    Parece que no existes porque tienes 
    unos labios carnosos y unos dedos 
    que dibujan el mundo. 

    Nada y todo 
    se abrazan en tus piernas cuando salen 
    a respirar del fondo de tu mente. 

    Me piensas con tu nuca y con tu ombligo, 
    me piensas con tus huesos y tus músculos, 
    me piensas con las sillas de tu casa, 
    me piensas con el agua y el jabón, 
    me piensas con los árboles del bosque, 
    me piensas con tus heces y tus gritos, 
    me piensas no pensándome y, pensándome. 

    Me piensas, no me piensas: es lo mismo. 

    Por ti me piensa el tiempo y el espacio. 

    Me piensan las paredes de este cuarto, 
    me piensan con la cal y con las manchas, 
    me piensan con la sombra de mi cuerpo. 
    Y al pensarme me borran, ya no estoy 
    y ya no queda nadie en este cuarto. 

    El amor es un cuarto que no existe 
    donde duerme a resguardo lo que existe. 

    Y el amor es un cuarto que sí existe 
    donde duerme a resguardo lo que no. 

    (Un poema es un plano que refleja 
    el justo itinerario hasta ese cuarto.) 

    Me piensas con el ser, con el no ser, 
    me piensas con los números caídos 
    del portal de la casa donde vives, 
    me piensan tus jadeos, tus dos gatos, 
    el barro de las ruedas de tu coche, 

    me piensan tus palabras cuando callan 
    y ya no son palabras sino cuerpo, 

    me piensas cuando pienso en ti y el aire 
    se adensa entre nosotros y parece 
    un huracán inmóvil y desnudo. 

    más allá de ti 
    nos piensa lo impensable 
    (y viene hacia nosotros 
    a la velocidad 
    de las arañas muertas 
    para hilarnos al no). 

    Busquemos el silencio para amarnos.