Tal vez guardes mi libro en alguna gaveta, sin que nadie descubra qué relata su historia, pues serán simplemente, los versos de un poeta, tras arrancar la página de la dedicatoria...
Y pasarán los años... Pero acaso algún día, o acaso alguna noche que estés sola en tu lecho, abrirás la gaveta –como una rebeldía, y leerás mi libro– tal vez como un despecho.
Y brotará un perfume de una ilusión suprema sobre tu desencanto de esposa abandonada. Y entonces con orgullo, marcarás un poema Y guardarás mi libro debajo de la almohada.
Mi corazón, un día, tuvo un ansia suprema, que aún hoy lo embriaga cual lo embriagara ayer; Quería aprisionar un alma en un poema, y que viviera siempre... Pero no pudo ser.
Puedes irte y no importa, pues te quedas conmigo como queda un perfume donde había una flor. Tú sabes que te quiero, pero no te lo digo; y yo sé que eres mía, sin ser mío tu amor.