Pasarás por mi vida sin saber que pasaste. Pasarás en silencio por mi amor y, al pasar, fingiré una sonrisa como un dulce contraste del dolor de quererte... y jamás lo sabrás.
Soñaré con el nácar virginal de tu frente, soñaré con tus ojos de esmeraldas de mar, soñaré con tus labios desesperadamente, soñaré con tus besos... y jamás lo sabrás.
Quizás pases con otro que te diga al oído esas frases que nadie como yo te dirá; y, ahogando para siempre mi amor inadvertido, te amaré más que nunca... y jamás lo sabrás.
Yo te amaré en silencio... como algo inaccesible, como un sueño que nunca lograré realizar; y el lejano perfume de mi amor imposible rozará tus cabellos... y jamás lo sabrás.
Y si un día una lágrima denuncia mi tormento, -el tormento infinito que te debo ocultar-, te diré sonriente: «No es nada... ha sido el viento». Me enjugaré una lágrima... ¡y jamás lo sabrás!
Mi corazón, un día, tuvo un ansia suprema, que aún hoy lo embriaga cual lo embriagara ayer; Quería aprisionar un alma en un poema, y que viviera siempre... Pero no pudo ser.
Puedes irte y no importa, pues te quedas conmigo como queda un perfume donde había una flor. Tú sabes que te quiero, pero no te lo digo; y yo sé que eres mía, sin ser mío tu amor.