Vierte, corazón, tu pena, de José Martí | Poema

    Poema en español
    Vierte, corazón, tu pena

    Vierte, corazón, tu pena 
    donde no se llegue a ver, 
    por soberbia, y por no ser 
    motivo de pena ajena. 

    Yo te quiero, verso amigo, 
    porque cuando siento el pecho 
    ya muy cargado y deshecho, 
    parto la carga contigo. 

    Tú me sufres, tú aposentas 
    en tu regazo amoroso, 
    todo mi amor doloroso, 
    todas mis ansias y afrentas. 

    Tú, porque yo pueda en calma 
    amar y hacer bien, consientes 
    en enturbiar tus corrientes 
    con cuanto me agobia el alma. 

    Tú, porque yo cruce fiero 
    la tierra, y sin odio, y puro, 
    te arrastras, pálido y duro, 
    mi amoroso compañero. 

    Mi vida así se encamina 
    al cielo limpia y serena, 
    y tú me cargas mi pena 
    con tu paciencia divina. 

    Y porque mi cruel costumbre 
    de echarme en ti te desvía 
    de tu dichosa armonía 
    y natural mansedumbre; 

    Porque mis penas arrojo 
    sobre tu seno, y lo azotan, 
    y tu corriente alborotan, 
    y acá lívido, allá rojo, 

    Blanco allá como la muerte, 
    ora arremetes y ruges, 
    ora con el peso crujes 
    de un dolor más que tú fuerte, 

    ¿Habré, como me aconseja 
    un corazón mal nacido, 
    de dejar en el olvido 
    a aquel que nunca me deja? 

    ¡Verso, nos hablan de un Dios 
    adonde van los difuntos: 
    verso, o nos condenan juntos, 
    o nos salvamos los dos! 

    • Odio la máscara y vicio 
      Del corredor de mi hotel: 
      Me vuelvo al manso bullicio 
      De mi monte de laurel. 

      Con los pobres de la tierra 
      Quiero yo mi suerte echar: 
      El arroyo de la sierra 
      Me complace más que el mar. 

    • Hay una raza vil de hombres tenaces 
      de sí propios inflados, y hechos todos, 
      todos del pelo al pie, de garra y diente; 
      y hay otros, como flor, que al viento exhalan 
      en el amor del hombre su perfume. 
      Como en el bosque hay tórtolas y fieras 

    • Aquí estoy, solo estoy, despedazado. 
      Ruge el cielo: las nubes se aglomeran, 
      y aprietan, y ennegrecen, y desgajan: 
      los vapores del mar la roca ciñen: 
      sacra angustia y horror mis ojos comen: 
      a qué, Naturaleza embravecida, 
      a qué la estéril soledad en torno 

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