Sobre pupila azul, con sueño leve,
tu párpado cayendo amortecido,
se parece a la pura y blanca nieve
que sobre las violetas reposó:
yo el sueño del placer nunca he dormido:
sé más feliz que yo.
Cinta di nubi ancora
bella é cosi la aurora,
la luna malinconica
bella é nel suo pallor.
Bella si risueña estás,
y si triste eres hermosa,
si pálida y pesarosa
mucho más.
Como aquel que te crió
y que en tus lindos ojuelos
puso el azul de los cielos,
te amo yo;
Y si el suelo en que nací
de miseria y de dolor
me merece algún amor,
es por ti.
Todo aquel carmín se fue
que formaba tu decoro;
estás triste y más te adoro
por mi fe.
Pues no es menos celestial
con las nubes del desmayo
el crepúsculo del rayo
matinal.
Ni pierde el sol su esplendor
si se entibia en el ocaso,
ni la luna si da escaso
su fulgor.
Cual en mis sueños te vi
me enamoras, dulce amiga,
¿quieres que mi voz lo diga?
Pues así:
en mórbida languidez
cuando extravío de amor
ha marchitado el color
de tu tez:
en un párpado feliz
la lágrima transparente
que ha nacido de la fuente
del desliz.
El seno que se contenta
con un descuido muy leve,
y si deja ver su nieve
no la ostenta.
Silenciosa así te miro,
y en tierna enajenación
me rinde tu corazón
un suspiro.
Pero en vano el fantástico sueño
como nube aromática rueda
sobre el lecho de púrpura y seda
con mil formas de vario color:
bien refleje al espejo del alma
tu semblante de rosas teñido,
o bien pálido, triste, caído,
eres bella y mereces mi amor.
Hoy te ciñas con cándidas flores
que realcen tu sien inocente,
y mañana con cerco esplendente
de oriental esmeralda y rubí:
bien prefieras la túnica leve
que tu pura inocencia retrata,
bien deslumbre tu rica escarlata,
siempre bella serás para mí.
Si en palacios de pérfido duro
en el fausto del mundo te viera,
de perderte el temor te dijera,
y rendido te amara después;
si pastora sencilla te hallase,
que no tiene otro bien ni otra cosa
que la dicha de ser tan hermosa,
caería llorando a tus pies.