A la que renace de las aguas, de Juan Eduardo Cirlot | Poema

    Poema en español
    A la que renace de las aguas

    Las huellas de tus dedos no se ven en las torres. 

    Pero yo leo sin descanso, en la soledad de la ermita junto al mar 
    los antiguos signos en donde tú estuviste hacia el año mil, 
    por los bosques, los pantanos, las ramas y las hojas, la arcilla pisada. 
    Dentro del corazón está la muerte como una runa blanca de ceniza. 

    Acércate por el campo blanco o por el verde campo o por el 
    campo negro, pero ven. 
    Detente ante la tumba donde los dos estamos. 



    * * * 



    Este sonido triste que solloza 
    es mi espada románica que piensa. 

    Mi corazón oscuro la acompaña. 



    * * * 



    Yo soy un ser humano a pesar mío. 

    El espacio plateado de mi espíritu 
    penetra en el espacio gris del mundo. 

    ¿Hasta cuándo? 



    * * * 

    Las hierbas son tan rubias como tú 
    lejos de la ceniza que me aleja 
    para siempre sin hierro. 

    La muerte es el pantano de las cruces, 
    Bronwyn. 



    * * * 



    Alucinante luz en que la luna 
    une la encina blanca desde el cieno 
    al cielo donde el hielo respalndece 
    azul en un silencio alucinado. 
    Bronwyn, 
    enciende la llanura con tu voz. 



    * * * 



    Que las orquestas ciegas del martirio 
    acaben con los bosques, y los fuegos 
    de este incendio final, sacramentario. 

    Bronwyn, 
    si no puedo ser tú, si no podemos 
    ser ángel, 
    ¿por qué la niebla es gris sobre el mar gris? 



    * * * 



    Piedras como rodillas tibias, 
    hierbas como cabellos rubios, 
    cielos como brazos de cielos. 

    Nace el amanecer como lo negro. 
    En las miradas siempre vuela el nunca. 



    * * * 



    Las ruinas de las runas en la roca 
    hablan de que yo estuve en este mundo, 
    donde el mar y la tierra de las nieblas 
    se funden y confunden. 

    La vida era una ausencia inagotable, 
    un laberinto de serpientes grises, 
    un pantano de rosas tenebrosas. 



    * * * 



    La cruz de las hogueras se ha deshecho, 
    las ruinas de las joyas se estremecen. 

    Se acerca el cementerio con los ojos 
    inundados de lágrimas. 



    * * * 



    Toma mi oscuro anillo inmemorial. 

    Mi armadura deshecha se deshace 
    y de sus mallas muertas salen fuegos 
    azules, Bronwyn; puedo verlos, tiemblan. 

    Tiro el guante de hierro, soy tu siervo. 
    El mar que me acompaña por un mar 
    de sombra se deshace en el vacío. 

    Estoy cansado de estar muerto y ser. 



    * * * 



    Toma mi oscuro anillo inmemorial. 

    Mi armadura deshecha se deshace 
    y de sus mallas muertas salen fuegos 
    azules, Bronwyn; puedo verlos, tiemblan. 

    Tiro el guante de hierro, soy tu siervo. 
    El mar que me acompaña por un mar 
    de sombra se deshace en el vacío. 

    Estoy cansado de estar muerto y ser. 



    * * * 



    Remolinos de cielos y de océanos 
    de incesantes distancias funerales. 

    El centro es lo lejano, y es allí 
    entre espirales grises y plateadas, 
    donde acaso la cruz es una cruz, 
    el cruce y el encuentro. 

    El centro es el lugar donde la imagen 
    habla desde su doble transparente. 



    * * * 



    Por el bosque del tiempo la noche del espacio, 
    el errar de mi busca, la boca de mi incendio. 

    En tus ojos, cayendo, un mar gris se levanta. 

    Lo espantoso es sencillo y está siempre muy cerca. 



    * * * 



    Bronwyn; 
    es un mar de ceniza, está subiendo. 

    Nuestras alas no existen por la noche. 

    La cabeza es de cera, 
    los ojos son espacio. 

    Te dejo entre los árboles del mundo 
    y este coro de gritos que persigna 
    mi estatura maldita. 



    * * * 



    Muerdo los sentimientos en el muérdago. 
    Mi espíritu está solo entre las hierbas. 

    Los demonios me buscan por los campos, 
    se disputan mi espada, mi armadura, 
    mis manos, mi cabeza, mis entrañas. 

    Mis hogueras de hierro se amontonan 
    y mis restos oscuros aún humean. 

    Me acaban de matar, 
    miro hacia donde vi tu aparición 
    hace mil años ya; pero la sangre 
    aún sale de mi boca. 



    * * * 



    Bajó el cielo a la tierra 
    y no era transparencia, era distancia. 

    Era un cristal de acero separando 
    lo unido. 

    Se perdieron las olas de los ojos 
    las flores de una cima donde un cuerpo 
    era sólo. 

    El cielo exterminó las claridades 
    humanas. 
    De su luz emanaba un absoluto 
    desasirse de todo lo tangible. 

    La pérdida nació como una piedra 
    negra. 



    * * * 



    Se acercan las doradas procesiones 
    que grabarán mi cuerpo en una losa. 

    Déjame contemplarte todavía, 
    mientras mis ojos cambian de función 
    convirtiéndose en música azulada. 

    Bronwyn, el horizonte es una casa: 
    (la imagen incendiada de una casa). 



    * * * 



    Nunca he tocado nada de lo que 
    tú eres. 

    Estás como una idea en un instante 
    puro. 

    Clara en tu firmamento de firmeza 
    blanca. 

    Desnuda Bronwyn, llámame, ya voy; 
    caigo. 



    * * * 



    Mi espada transparente te bencice 
    x galáctica en el lago, luz, 
    pradera de cristal inesperable: 
    Bronwyn inmaculada, incensario. 



    * * * 



    La tumba es de carbón azul, la tumba 
    es como un cuerpo sonrosado y vivo. 

    Hic jacet. 

    Una espada sin nombre está parada 
    ante la puerta blanca del invierno. 



    * * * 



    Mensajera del más allá, tú vienes 
    con forma de mujer, pero el abismo 
    se cierne junto a ti tan dulcemente. 

    Bronwyn, 
    constelaciones pálidas esperan 
    en medio de otros cielos con tu luz. 



    * * * 



    Bronwyn, mi corazón, 
    si nunca has existido eres posible 
    porque la realidad es muerte viva. 

    Bronwyn, mi corazón, 
    tócame con tu nada y con tu nunca. 



    * * * 



    No siendo estás aquí junto a mi centro 
    de hierros desatados, 
    de distancias dispersas como el humo. 

    No siendo eres tan mía como yo. 
    Más mía, pues tu luz sobre mi niebla 
    vive. 



    * * * 



    Es tu dorada luz, aire lejano 
    lo que viene a los verdes arrecifes. 

    Dame la mano, Bronwyn, alejémonos 
    del mar.