La pequeña llama, de Juana de Ibarbourou | Poema

    Poema en español
    La pequeña llama

    Yo siento por la luz un amor de salvaje. 
    Cada pequeña llama me encanta y sobrecoge; 
    ¿no será, cada lumbre, un cáliz que recoge 
    el calor de las almas que pasan en su viaje? 

    Hay unas pequeñitas, azules, temblorosas, 
    lo mismo que las almas taciturnas y buenas. 
    Hay otras casi blancas: fulgores de azucenas. 
    Hay otras casi rojas: espíritus de rosas. 

    Yo respeto y adoro la luz como si fuera 
    una cosa que vive, que siente, que medita, 
    un ser que nos contempla transformado en hoguera. 

    Así, cuando yo muera, he de ser a tu lado 
    una pequeña llama de dulzura infinita 
    para tus largas noches de amante desolado.