No es el amor, lo sé, pero es de noche y yo estoy sola, frente al mar que espera con las uñas viscosas de sus algas y el sello de la sal sobre sus piedras: sin cesar, desde el agua y las espumas mil ramajes de brazos me recuerdan que aguardan todavía tendiéndome su ausencia. Las mismas olas que devoran barcos, que van hundiendo mástiles y velas, tiran siempre de mí salvajemente ceñidas, enroscadas, como cuerdas.
No es el amor, lo sé, pero qué importa: tiene su mismo rostro hecho de niebla y su temblor febril y su acechanza, tiene sus manos blandas que se aferran con dura precisión. Tiene su misma insólita presencia con el prestigio de un fulgor pasado y la futura soledad que empieza. Tiene sin duda del amor la insidia y el desgajado abandonar reservas hasta quedar desnudo como un árbol reseco. Tiene el rondar la sangre como un fantasma hambriento sobre la inaccesible piel del mundo, lamiendo inútilmente su corteza, desesperado, ávido, con la exacta impaciencia del querer, del después, del otoño y la espera. Y aquel recomenzar desde la bruma que es su signo quizá. Y su señal más cierta.
No sé cuándo ha llegado: es como un viejo amigo que regresa con el rostro cambiado por los viajes, las fiebres, el alcohol, las peripecias. Reconozco sus rasgos, su voz que ha enronquecido, pero es ésta, su antigua voz que dice otras palabras semejantes a aquéllas. No es el amor, lo sé, y sin embargo es su paso otra vez, y las caricias recobran los caminos sin urgencia. No hay palabras, y puedo estar callada: todo es tan simple así, tan sin sorpresa y es tan fácil estar, tan necesario. No es el amor, tal vez. ¿Y si lo fuera?
No es el amor, lo sé, pero es de noche y yo estoy sola, frente al mar que espera con las uñas viscosas de sus algas y el sello de la sal sobre sus piedras: sin cesar, desde el agua y las espumas mil ramajes de brazos me recuerdan que aguardan todavía
Tú duermes, ya lo sé. Te estoy velando. No importa que estés lejos, que no escuche tu cadencia en la sombra; no importa que no pueda pasar mi mano sobre tu cabeza, tus sienes y tus hombros.