El Cristo de Velázquez, de León Felipe | Poema

    Poema en español
    El Cristo de Velázquez

    Me gusta el Cristo de Velázquez. 
    La melena sobre la cara... 
    y un resquicio en la melena 
    por donde entra la imaginación. 
    Algo se ve. 
    ¿Cómo era aquel rostro? 
    Mira bien, 
    compónlo tú. 
    ¿A quién se parece? 
    ¿A quién te recuerda? 
    La Luz entra 
    por los cabellos manchados de sangre 
    y te ofrecen un espejo. 
    ¡Mira bien!... ¿No ves cómo llora? 
    ¿No eres tú?... ¿No eres tú mismo? 
    ¡Es el hombre! 
    El hombre hecho Dios. 
    ¡Qué consuelo! 
    No me entendéis... 
    ¿Por qué estoy alegre? 
    No sé..., 
    tal vez porque me gusta más así: 
    el hombre hecho Dios, 
    que el Dios hecho hombre.

    • Que venga el poeta. 
      Y me trajisteis aquí para contar las estrellas, 
      para bañarme en el río y para hacer dibujos en la arena. 

      Éste era el contrato. 
      Y ahora me habéis puesto a construir cepos y candados, 
      a cargar un fusil y a escribir en la oficina de un juzgado. 

    • No me contéis más cuentos, 
      que vengo de muy lejos 
      y sé todos los cuentos. 
      No me contéis más cuentos. 
      Contad 
      y recontadme este sueño. 
      Romped, 
      rompedme los espejos. 
      Deshacedme los estanques, 
      los lazos, 
      los anillos, 
      los cercos, 

    • Así es mi vida, 
      piedra, 
      como tú. Como tú, 
      piedra pequeña; 
      como tú, 
      piedra ligera; 
      como tú, 
      canto que ruedas 
      por las calzadas 
      y por las veredas; 
      como tú, 
      guijarro humilde de las carreteras; 
      como tú, 

    • Yo no sé muchas cosas, es verdad. 
      Digo tan sólo lo que he visto. 
      Y he visto: 
      que la cuna del hombre la mecen con cuentos, 
      que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, 
      que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, 

    • No he venido a cantar 
      No he venido a cantar, podéis llevaros la guitarra. 
      No he venido tampoco, ni estoy aquí arreglando mi expediente 
      para que me canonicen cuando muera. 
      He venido a mirarme la cara en las lágrimas que caminan hacia el mar, 
      por el río 

    • Deshaced ese verso, 
      Quitadle los caireles de la rima, 
      el metro, la cadencia 
      y hasta la idea misma... 
      Aventad las palabras... 
      y si después queda algo todavía, 
      eso 
      será la poesía. 
      ¿Qué 
      importa 
      que la estrella 
      esté remota 

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