Por la manchega llanura se vuelve a ver la figura de Don Quijote pasar.
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura, y va ocioso el caballero, sin peto y sin espaldar, va cargado de amargura, que allá encontró sepultura su amoroso batallar. Va cargado de amargura, que allá «quedó su ventura» en la playa de Barcino, frente al mar.
Por la manchega llanura se vuelve a ver la figura de Don Quijote pasar. Va cargado de amargura, va, vencido, el caballero de retorno a su lugar.
¡Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura, en horas de desaliento así te miro pasar! ¡Y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura y llévame a tu lugar; hazme un sitio en tu montura, caballero derrotado, hazme un sitio en tu montura que yo también voy cargado de amargura y no puedo batallar!
Ponme a la grupa contigo, caballero del honor, ponme a la grupa contigo, y llévame a ser contigo pastor.
Por la manchega llanura se vuelve a ver la figura de Don Quijote pasar...
Madre... no me riñas, que ya nunca vuelvo a ser malo... No me riñas, madre... que ya no vuelvo a llenarme de barro. Madre... no me riñas, que ya no vuelvo a manchar mi vestido blanco.
-Pero usted ¿quién es? -Yo soy el payaso principal, el mayordomo de la pista... Y me pongo y me quito este gorro de clown como me da la gana. Tengo muchos gorros ¿sabe usted? De todos los colores: gorros que hacen reír y gorros que hacen llorar,
Yo no soy más que un hombre sin oficio y sin gremio, No soy un constructor de cepos. ¿Soy yo un constructor de cepos? ¿He dicho alguna vez: Clavad esas ventanas, poned vidrios y pinchos en las cercas? Yo he dicho solamente: No tengo podadera, ni tampoco
—Todos andan buscando, Sancho, una paloma por el mundo y nadie la encuentra. —Pero ¿qué paloma es la que buscan? —Es una paloma blanca que lleva en el pico el último rayo amoroso de luz que queda ya sobre la tierra. —Como la golondrina de Tristán.
Me gusta el Cristo de Velázquez. La melena sobre la cara... y un resquicio en la melena por donde entra la imaginación. Algo se ve. ¿Cómo era aquel rostro? Mira bien, compónlo tú. ¿A quién se parece? ¿A quién te recuerda?
No he venido a cantar, podéis llevaros la guitarra. No he venido tampoco, ni estoy aquí arreglando mi expediente para que me canonicen cuando muera. He venido a mirarme la cara en las lágrimas que caminan hacia el mar, por el río y por la nube...