Ya no hay feria en Medina, buhoneros, de León Felipe | Poema

    Poema en español
    Ya no hay feria en Medina, buhoneros

    Está muerta. ¡Miradla! 
    Los que habéis vivido siempre arañando su piel, 
    removiendo sus llagas, 
    vistiendo sus harapos, 
    llevando a los mercados negros terciopelos y lentejuelas, 
    escapularios y cascabeles... 
    Y luego no habéis sabido conservar este viejo negocio que os daba pan y gloria, 
    quisierais que viviese eternamente. 
    Pero está muerta. 
    Miradla todos: 
    los que habéis vendido su cadáver. 
    ¡Miradla!...Miradla 
    los eruditos y los sabios: 
    los traficantes de la cota del Cid 
    y del sayal de Santa Teresa. 
    Miradla, 
    los chamarileros de la ciencia, que vendíais por oro macizo botones huecos de latón... 
    Miradla 
    los anticuarios, 
    los especialistas del toro y del barroco, 
    los catadores de cuadros y vinagre... 
    Los castradores de colmenas que dabais cera a los cirios y miel a los púlpitos... 
    Los que levantabais en las plazas puestos de 
    avellanas y nueces vanas, y vivíais del rito hueco y anacrónico... 
    Los vendedores de bellotas para las gruesas cuentas de los rosarios... 
    Y los fabricantes de metales para las medallas y los esquilones. 
    Miradla 
    los poetas del rastro, de la cripta y de la carcoma 
    y los viajantes de rapé y de greguerís, 
    Miradla 
    los pintores de esputos y gangrenas, 
    de prostíbulos y patíbulos, 
    de sótanos y sacristías, 
    de cristos disfrazados y de máscaras, 
    que preguntabais aturdidos: 
    Y si España se salva... Y si España no muere. 
    Y si España se quita la careta, 
    se limpia la cara 
    y abre la ventana, 
    ¿Qué pintamos nosotros? 
    Miradla 
    los que estáis negociando todavía 
    con el polvo 
    con la carroña 
    y con la sombra. 
    Miradla 
    los dialécticos, 
    los sanguinarios, 
    los moderados, 
    los falsificadores de velones 
    y los mercaderes de tinieblas 
    que en cuanto escuchasteis esta oferta: 
    'Toda sangre de España por una gota de luz' 
    gritasteis enfurecidos: 
    'No, no; eso es un mal negocio' 
    Miradla 
    los que vivíais de la caza y de la pesca del turista, 
    y los vendedores de panderetas. 
    Miradla 
    los mastines del 98, que en cuanto ganasteis la antesala dejasteis de ladrar, 
    pactasteis con el mayordomo y ahora en el destierro 
    no podéis vivir sin el collar pulido de las Academias. 
    Miradla 
    los grandes payasos ibéricos que hicisteis siempre 
    pista y escenario de la patria y decíais en el exilio: 
    ¡Mi España, la tierra de mi España!, en lugar de decir: ¡La arena de mi circo! 
    Miradla 
    los constructores de ratoneras 
    y el gran inventor de la contradicción y de la paradoja, 
    que se cogió las narices con su invento. 
    Miradla 
    los escritores de novelas y comedias que buscabais 
    la truculencia y el melodrama, y ahora 
    después de tres años de guerra y destrucción, 
    habéis dicho ¡Basta, ya tenemos argumento! 
    Miradla 
    los copleros de plazas y mercados que tenéis ya 
    el cartelón pintado de almagre, las coplas hechas, la musiquilla y el guitarrón. 
    Miradla 
    los gitanos que adobabais el burro viejo y llenabais 
    de flequillos y revuelos la capa y la canción para engañar al toro y al payo... 
    ¡Ya no hay feria en Medina, buhoneros! 

    • Y ahora pregunto aquí: 
      ¿quién es el último que habla, el sepulturero o el Poeta? 
      ¿He aprendido a decir: Belleza, Luz, Amor y Dios 
      para que me tapen la boca cuando muera, 
      con una paletada de tierra? 
      No. He venido y estoy aquí, 

    • Que venga el poeta. 
      Y me trajisteis aquí para contar las estrellas, 
      para bañarme en el río y para hacer dibujos en la arena. 

      Éste era el contrato. 
      Y ahora me habéis puesto a construir cepos y candados, 
      a cargar un fusil y a escribir en la oficina de un juzgado. 

    • No me contéis más cuentos, 
      que vengo de muy lejos 
      y sé todos los cuentos. 
      No me contéis más cuentos. 
      Contad 
      y recontadme este sueño. 
      Romped, 
      rompedme los espejos. 
      Deshacedme los estanques, 
      los lazos, 
      los anillos, 
      los cercos, 

    • Así es mi vida, 
      piedra, 
      como tú. Como tú, 
      piedra pequeña; 
      como tú, 
      piedra ligera; 
      como tú, 
      canto que ruedas 
      por las calzadas 
      y por las veredas; 
      como tú, 
      guijarro humilde de las carreteras; 
      como tú, 

    • Yo no sé muchas cosas, es verdad. 
      Digo tan sólo lo que he visto. 
      Y he visto: 
      que la cuna del hombre la mecen con cuentos, 
      que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, 
      que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, 

    • No he venido a cantar 
      No he venido a cantar, podéis llevaros la guitarra. 
      No he venido tampoco, ni estoy aquí arreglando mi expediente 
      para que me canonicen cuando muera. 
      He venido a mirarme la cara en las lágrimas que caminan hacia el mar, 
      por el río 

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