Por el serenado ambiente,
sombrío frescor se esparce.
La noche estrecha en su engarce
el ópalo del Poniente.
Con temerosa reserva
desata sus largos tules;
sus hondas huellas azules
aterciopelan la hierba.
Perfuman nobles jazmines,
y con la luna que asoma,
parece alzarse en su aroma
el ángel de los jardines.
Dilata el astro hacia el Este
su espejismo de laguna,
y en un abismo de luna
flota la calma celeste.
Vierte esa luz dulce pena;
y como un lirio tardío,
el alma se abre al rocío
de sed amorosa llena.
Cuanta blancura reposa
sobre la pradera en calma;
y en el sauce y en el alma
cuanta sombra misteriosa.
Lejos palpita una estrella;
y el silencio, grave y manso,
como un gran buey en descanso
profundamente resuella.
Vaga congoja desiste
en el alma enajenada,
y llora por ti... por nada...
porque así es la vida... triste...