La amiga muerta, de Luisa Castro | Poema

    Poema en español
    La amiga muerta

    Averigua, 
    dulce corazón de hermana imperdonable, 
    cómo llegó hasta casa la discordia 
    y cómo nos estalló en las manos 
    un juguete que nunca deseamos, recuerda. 

    Nos estalló en las manos. 
    A ti te llevó la cara 
    y a mí la mano izquierda. 
    Ahora sólo puedo escribir 
    pensando en mi amiga muerta. 
    Ahora, dulce corazón de hermana imperdonable, 
    sólo puedo escribir. 



    ** 

    Averigua, 
    dulce hermana que nada perdonas 
    ni a tus huestes eliges, 
    dónde prendió el mal 
    y qué he hecho y qué has hecho, 
    quién de todas las furias 
    (enmascarada, soberbia), 
    desbarató la obra que el tiempo había erguido 
    y se comió el papel donde quedaba escrito 
    para el hombre venidero, 
    aquel que te llamaba al fondo de la carretera 
    con los brazos abiertos y el color de los ojos 
    aún por determinar, 
    la forma en que habrías de reconocerlo: 

    Llegará de día con los rayos del sol, 
    no enturbiará su mirada 
    el frío del amanecer 
    ni los oscuros reclamos del bosque. 

    Pero cuando sea la hora tú ya no estarás. Estaré yo. 
    y en ese momento del baile 
    la muerte 
    cambiará de pareja. 
          
    *** 

    Abre los ojos, es ella otra vez. 
    No tengas miedo, es 
    una cara amiga 
    y te hablará con las mismas palabras de siempre. 
    No deben sorprenderte 
    sus frases de agradecimiento por oírla ya muerta 
    ni sus gestos de disculpa por yacer en el suelo. 

    Sabes que no se irá 
    aunque tú te vayas 
    y tus ojos no quieran ver. 
    Sabes que no se irá, 
    seguirá aquí, 
    por una eternidad seguirá aquí. 
    Eres tú la que ocupas su lugar. 
    Eres tú la que llenas su tiempo.