Divido el mundo por dos, de Luisa Castro | Poema

    Poema en español
    Divido el mundo por dos

       I 


    Divido el mundo por dos. 
    No hace falta ser antigua para comprenderlo: 
    de un lado está mi cabeza, 
    del otro está mi padre pescando pez espada 
    en las costas irlandesas, en las heladas aguas 
    donde mis abuelos tenían 
    amantes jovencísimas 
    e hijos confundidos con nombres de botella. 

    Mi cabeza es pura inteligencia. 
    El trabajo de mi padre es domesticador. 
    Mi cabeza cabe en la boca del león. 

    Es siniestro 
    que yo me criase en la boca del león. Todas las noches 
    salíamos a echarles comida a los leones. 
    Me acuesto cansada, 
    Silvia, 
    todo el día 
    arrojando comida a los leones. 
    Mi padre me llama a gritos y tengo miedo 
    todo el día. Trabajo 
    todo el día. 
    Les tengo un miedo a los leones, un miedo... 

    Me acuesto con una pierna de menos 
    pero pienso en la otra y en los leones. 
    la ley de la selva es dura. Trabajo todo el día 
    y los romanos tienen unos látigos que dan un miedo... 

    Mi padre pescaba pez espada para que yo pudiese 
    -es siniestro- 
    alimentar al león con mi cabeza hermosísima. 
    Nunca puedo dormir sin que el bostezo de un león 
    me interrumpa el descanso. 
    Como tengo un cuerpo lindo 
    los leones me prefieren; 
    Comen con ojos y dientes. 
    Los romanos tienen unos látigos que dan un miedo... 

    Yo pienso de camino, sobre una sola pierna, 
    en la pierna que me queda. 
    Voy feliz porque soy inteligente. 
    Me acuesto 
    y enseguida me levanto: tienen hambre los leones. 
    ¡Ah, maricón!, 
    los leones tienen un cerebro de mosquito 
    y yo soy inteligente. 
    Los romanos tienen unos látigos que dan un miedo... 

    Sobrevivo sin las piernas, este león 
    me devora la última, ¡ah, maricón!, qué cerebro 
    de mosquito, 
    quien me obligará a trabajar ahora 
    que no tengo piernas 
    para alimentar al león. 

    Me acuesto cansada de cintura para arriba. 
    De cintura para abajo soy pura inteligencia. 
    Los hijos de mi padre 
    se llamaban ron, caña, pez espada 
    yo 
    soy hija de mi padre, 
    el domesticador. 

    Quiero ver esas caras de jabón imperial. 
    Nunca me acariciaron. 
    Yo le metía mi inteligencia al león hasta el estómago 
    y no tenía miedo. 

    En la oreja izquierda llevo el pendiente 
    de una amante hermosísima. 
    Un día 
    mi abuelo me dijo: llevarás este pendiente 
    mientras la interpol permanezca 
    en aguas irlandesas, 
    vigilarás las mareas 
    mientras los labios de tu padre huelan a contrabando. 

    Dividido el mundo por dos. 

    De cintura para arriba soy pura inteligencia. 
    De cintura para abajo me gustan los leones. 

    Divido el mundo por dos. 
    Mi padre tiene las manos terminadas en punta 
    y vive en una casa sin remos. 
    Yo comeré toda mi vida apestosa carne de león. 
    No pasaré hambre. 
    Mi oreja izquierda sabe a pez espada.