Adelfos, de Manuel Machado | Poema

    Poema en español
    Adelfos

    A Miguel de Unamuno 
     
    Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron 
    —soy de la raza mora, vieja amiga del Sol—, 
    que todo lo ganaron y todo lo perdieron. 
    Tengo el alma de nardo del árabe español. 

    Mi voluntad se ha muerto una noche de luna 
    en que era muy hermoso no pensar ni querer... 
    Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna... 
    De cuando en cuando, un beso y un nombre de mujer. 

    En mi alma, hermana de la tarde, no hay contornos...; 
    y la rosa simbólica de mi única pasión 
    es una flor que nace en tierras ignoradas 
    y que no tiene aroma, ni forma, ni color. 

    Besos ¡pero no darlos! Gloria... ¡la que me deben! 
    ¡Que todo como un aura se venga para mí! 
    ¡Que las olas me traigan y las olas me lleven, 
    y que jamás me obliguen el camino a elegir! 

    ¡Ambición! No la tengo. ¡Amor! No lo he sentido. 
    No ardí nunca en un fuego de fe ni gratitud. 
    Un vago afán de arte tuve... Ya lo he perdido. 
    Ni el vicio me seduce ni adoro la virtud. 

    De mi alta aristocracia dudar jamás se pudo. 
    No se ganan, se heredan, elegancia y blasón... 
    Pero el lema de casa, el mote del escudo, 
    es una nube vaga que eclipsa un vano sol. 

    Nada os pido. Ni os amo ni os odio. Con dejarme, 
    lo que hago por vosotros, hacer podéis por mí... 
    ¡Que la vida se tome la pena de matarme, 
    ya que yo no me tomo la pena de vivir! ... 

    Mi voluntad se ha muerto una noche de luna 
    en que era muy hermoso no pensar ni querer... 
    De cuando en cuando un beso, sin ilusión ninguna. 
    ¡El beso generoso que no he de devolver!

    • El ciego sol se estrella 
      en las duras aristas de las armas, 
      llaga de luz los petos y espaldares 
      y flamea en las puntas de las lanzas. 
      El ciego sol, la sed y la fatiga. 
      Por la terrible estepa castellana, 
      al destierro, con doce de los suyos 

    • Esta es mi cara y ésta es mi alma: leed. 
      Unos ojos de hastío y una boca de sed... 
      Lo demás, nada... Vida... Cosas... Lo que se sabe... 
      Calaveradas, amoríos... Nada grave, 
      Un poco de locura, un algo de poesía, 
      una gota del vino de la melancolía... 

    • A Miguel de Unamuno 
       
      Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron 
      —soy de la raza mora, vieja amiga del Sol—, 
      que todo lo ganaron y todo lo perdieron. 
      Tengo el alma de nardo del árabe español. 

    • Llorando, llorando, 
      nochecita oscura, por aquel camino 
      la andaba buscando. 

      Conmigo no vengas... 
      Que la suerte mía por malitos pasos, 
      gitana me lleva. 

      ¡Mare del Rosario, 
      cómo yo guardaba el pelito suyo 
      en un relicario! 

    • En tu boca roja y fresca 
      beso, y mi sed no se apaga, 
      que en cada beso quisiera 
      beber entera tu alma. 

      Me he enamorado de ti 
      y es enfermedad tan mala, 
      que ni la muerte la cura, 
      ¡bien lo saben los que aman! 

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