Antífona, de Manuel Machado | Poema

    Poema en español
    Antífona

    Ven, reina de los besos, flor de la orgía, 
    amante sin amores, sonrisa loca... 
    Ven, que yo sé la pena de tu alegría 
    y el rezo de amargura que hay en tu boca. 

    Yo no te ofrezco amores que tú no quieres; 
    conozco tu secreto, virgen impura; 
    amor es enemigo de los placeres 
    en que los dos ahogamos nuestra amargura. 

    Amarnos... ¡Ya no es tiempo de que me ames! 
    A ti y a mí nos llevan olas sin leyes. 
    ¡Somos a un mismo tiempo santos e infames, 
    somos a un mismo tiempo pobres y reyes! 

    ¡Bah! Yo sé que los mismos que nos adoran, 
    en el fondo nos guardan igual desprecio. 
    Y justas son las voces que nos desdoran... 
    Lo que vendemos ambos no tiene precio. 

    Así los dos, tú amores, yo poesía, 
    damos por oro a un mundo que despreciamos... 
    ¡Tú, tu cuerpo de diosa; yo, el alma mía!... 
    Ven y reiremos juntos mientras lloramos. 

    Joven quiere en nosotros Naturaleza 
    hacer, entre poemas y bacanales, 
    el imperial regalo de la belleza, 
    luz, a la oscura senda de los mortales. 

    ¡Ah! Levanta la frente, flor siempreviva, 
    que das encanto, aroma, placer, colores... 
    Diles con esa fresca boca lasciva... 
    ¡que no son de este mundo nuestros amores! 

    Igual camino en suerte nos ha cabido. 
    Un ansia igual nos lleva, que no se agota, 
    hasta que se confunda en el olvido 
    tu hermosura podrida, mi lira rota. 

    Crucemos nuestra calle de la amargura, 
    levantadas las frentes, juntas las manos... 
    ¡Ven tú conmigo, reina de la hermosura; 
    hetairas y poetas somos hermanos!

    • Esta es mi cara y ésta es mi alma: leed. 
      Unos ojos de hastío y una boca de sed... 
      Lo demás, nada... Vida... Cosas... Lo que se sabe... 
      Calaveradas, amoríos... Nada grave, 
      Un poco de locura, un algo de poesía, 
      una gota del vino de la melancolía... 

    • El ciego sol se estrella 
      en las duras aristas de las armas, 
      llaga de luz los petos y espaldares 
      y flamea en las puntas de las lanzas. 
      El ciego sol, la sed y la fatiga. 
      Por la terrible estepa castellana, 
      al destierro, con doce de los suyos 

    • A Miguel de Unamuno 
       
      Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron 
      —soy de la raza mora, vieja amiga del Sol—, 
      que todo lo ganaron y todo lo perdieron. 
      Tengo el alma de nardo del árabe español. 

    • Llorando, llorando, 
      nochecita oscura, por aquel camino 
      la andaba buscando. 

      Conmigo no vengas... 
      Que la suerte mía por malitos pasos, 
      gitana me lleva. 

      ¡Mare del Rosario, 
      cómo yo guardaba el pelito suyo 
      en un relicario! 

    • No tienes quien te bese 
      tus labios de grana, 
      Ni quien tu cintura elástica estreche, 
      dice tu mirada. 

      No tienes quien hunda 
      Las manos amantes 
      en tu pelo hermoso, y a tus ojos negros 
      no se asoma nadie. 

    banner cuadrado de Audible
    banner horizontal de Audible