Puede que fueras tú... Confusamente, entre la mucha gente, esbelta, serpentina --y vestida de blanco-- una mujer divina llamó a mis ojos... Pero, ¡No! Tú vistes el negro, siempre, de las noches tristes.
Puede que fueras tú... Porque mi alma se salió toda por mis ojos... Tanto, que si yo no pensara en aquel pelo negro que tu cara acaricia, ¡tan negro!... Juraría que eras tú aquella rubia como el día. ...Y puede que tú fueras... Aunque aquella mujer iba apoyada en el brazo de un hombre, alegre y bella. Y rozándole la cara con su cabello, con mirada indecible de amor... ¡Y es imposible que tú vuelvas a amar después de aquello!
De un sol que brilla y no arde la última lumbre serena... Una campana que suena en el palor de la tarde... De una ovejuela cobarde el anheloso balar... Y una moza del lugar que oye charlar a la fuente, con el pensamiento ausente