Nadie te ha dado nada, tú lo sabes. Y lo entiendes mejor cada mañana cuando abres tu vacío a los primeros rayos del sol. Entonces agradeces tener por toda herencia tus sentidos para ese instante alado de gorriones que te hace despertar, para ese aroma florido de la brisa más temprana. Y lo entiendes mejor. Sabes que el tiempo acabará con toda pertenencia, con todo lo que aún no se posee, y hasta con esas luces que te inundan de su clara verdad. Nadie te ha dado más que órdenes, leyes y consejos a seguir, por las buenas o las malas; tristezas en la noche, frases hechas, remedios inservibles contra el frío y un poco de otras muchas vanidades. Pero tú lo agradeces. Así nunca tendrás que devolver ciento por uno de tales donaciones. Y lo entiendes mejor cuando te acuerdas de ese día en que habrás de partir, dejando sólo unos versos escritos como ejemplo de tu digna pobreza. Nadie cumple más deseos por ir con su abundancia sobre los hombros, por tener sus bienes a salvo de un fracaso inoportuno. Por eso, vive en paz con tu vacío, con la luz matinal, con este aroma de soledad en flor, con el silencio que igual que tú, sin nadie, fructifica.
El hombre que resiste es menos infeliz, acusa poco la llegada del mal a sus dominios, ignorando si hay viento de levante o poniente, o si en sus tentaciones ha crecido la hierba. Cuántas veces el cuerpo está llagado
Son seres grises, inequívocamente masculinos, que lo mismo me envían algún ramo de rosas con cuatro plenilunios de retraso, que intentan sorprenderme al llegar en su lata (léase coche) último modelo donde se sienten mágicos.
Nadie te ha dado nada, tú lo sabes. Y lo entiendes mejor cada mañana cuando abres tu vacío a los primeros rayos del sol. Entonces agradeces tener por toda herencia tus sentidos para ese instante alado de gorriones que te hace despertar, para ese aroma